Fran
observaba en la FNAC los cómics. Aunque no podía llenar sus
estanterías con tantos como quería, observó bastantes novedades
entre reediciones y tebeos de nuevo cuño. Pero una cosa le llamó la
atención: Salvo los de la Marvel, cómics insdustriales que
desvirtúan vastante el concepto, casi todos eran de la realidad y de
política. Le sorprendió ver varios sobre los antiguos regímenes
comunistas de Europa del Este, de la primavera árabe, de América
Latina... En la mayoría de ellos, además, con una pátina nada
despreciable de propaganda de sectores interesados. En algunos, como
Marzi,
que es una crónica de los últimos años de la Polonia comunista
contando cómo lo vivió una niña que entonces tenía diez años
(que en realidad es d la guionista, Marzena Sowa, a quien hace sus
dibujos el francés Sylvain Saboia, su pareja y de quien partió el
proyecto) al menos hay cierta pátina de crónica y algún espacio
para la risa. Otras como Arenas
Movedizas
(pseudocrónica de la caída de la RDA, a cargo del alemán Andreas
Monch, que entonces tenía once años, en comandita con el
corresponsal yanqui Alexander Lahl que retransmitió los
acontecimientos, y dibujado, muy mal, por cierto, por la también
alemana Kithy Kahane) el aura propagandística y distorsionadora
llega a extremos ridículos. El caso es que cada vez ocupaban más
espacio estos cómics de la vida real a costa de los de
entretenimiento y aventura.
-Durante
años nos hemos quejado de que no se tomaba al cómic en serio, y
ahora, es todo lo contrario, Fran -observó Juan Gordal que estaba
junto a él en la tienda.
-Sí,
pero tampoco acabar con todo lo demás. Y digo yo que los tebeos de
realidad se pueden hacer de forma que no duerman a las ovejas.
-Pues
a mí lo que me molesta es otra cosa -dijo Juan-, y es que todos
parecen estar hechos para que el Stablishment nos venda a los
aficionados del cómic propaganda.
Esto dejó a Fran estupefacto. No lo
había pensado, pero sí. De pronto el cómic, un medio usualmente
juvenil, contestatario y rompedor, también había caído en manos de
la propaganda más burda. Y uno temblaba pensando si quedaba algún
resquicio donde no se repitiesen las consignas de los medios del
poder. ¿Habría opinado al respecto Allan Moore, el mítico y muy
revolucionario autor de cómics británico? Fran esperaba que hablase
ya que algo diría al respecto casi seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario