miércoles, 27 de septiembre de 2023

Enhebrar una aguja

 

 

¿Tú no te ibas, Cárol?
 —preguntó nuestro 
protagonista a su
 hermana, que seguía 
sentada 
en una silla 
visiblemente nerviosa.Es que no puedo enhebrar la aguja y no puedo coserme estos calcetines.Trae.

Nuestro protagonista observó, tocó varias veces el hilo, y a la tercera intentona enhebró aquella
aguja. Se la pasó a su hermana perprejo del tamaño de la misma. No creía nuestro
protagonista que fuera la adecuada para aquella costura. Pero se abstuvo de hacer
ningún comentario. Sabía lo que diría su hermana si le daba pie a ello y trató de
evitarlo. Pero aun así Cárol hizo la pregunta fatídica:

¿Me lo coses tú? Se te da mucho mejor que a mí.Cárol, no me jodas. Sabes que es de lo que menos me gusta hacer y ahora me iba a ir.No, me voy yo. Toma. Te encargo de ello.¡No, Cárol! Y ten cuidado que vas a desenhebrar la aguja¿Pero qué te cuesta?Lo ibas a hacer tú. Y yo también iba a salir.

Entonces Doña Marta Palacios intervino. Hizo una proposición a los dos hermanos:

Dejádmeloamíyonotengonadaquehacerpásamelaagujahijaqueyotelohagonoesnecesarioqueos peleéisamímegustaesoylohagoconmuchogustocuidadonoperdáislaagujayelhiloquemepongoconello estanochelotendrás...Mamá, no caigas. Que si no no va a hacerse nunca sus cosas —dijo Fran.Tu anciana madre es mucho más amable que tú Fran. ¡Trae aquí! —gritó Carolina mientras
pegaba un tirón a los calcetines y la aguja.¡Que la vas a desenehbrar! ¡Mira lo que has hecho! ¡Ahora mamá no puede coser bien!¡¿Encima?! De verdad Cárol que hay veces que es para darte de hostias.Frannoamenacesyomepongoconelloahoraloenehebroyphagoesoqueamínomeimportatendríasque
tratarmejoratuhermanaqueesuntesoroinalculableahoramepongoacoseryoquetecostabaatimiracómo
lovoyahacer...Deberías aprender de tu madre Fran —remachó Carolina.Desde luego. Tu cara de cemento armado no me parece algo que emular —sentenció Fran. 


Techo de tarot

 


Pues la verdad es que
 ha quedado muy chulo.
 Te has pegado un
 trabajo tremendo, pero 
luce —dijo
 nuestro protagonista
 a Juan Gordal.Ya ves que el tarot 
sirve para algo. Que 
tú decías que para 
qué lo compraba. 

Hacía meses que nuestro protagonista acompañaba a su hermano por las tiendas de esoterismo más
extrañas preguntando por las barajas. Pero no era por el juego en el que Juan no creía, sino que
estaba coleccionando las barajas que habían ilustrado autores de cómic que admiraba. Las había
juntado de Hugo Prattt, Jodorowsky, Manara... Fran se había preguntado muchas veces si siempre
las iba a tener expuestas en la estantería. Sin embargo Juan por fin les había encontrado una
utilidad pegándolas en su techo y dejándolo con un aspecto totalmente diferente del que tenía.

Ahora vas a dormir vigilado por los arcanos —dijo Fran.Ahora voy a dormir bajo un techo molón —respondió Juan.A ver si no vas a pegar ojo pensando en ello.Vete a la mierda. Si sabes perfectamente que no creo.Bueno, espero que esta noche no se comuniquen contigo los espíritus.Ni que esto fuera una Ouija.

Por la noche Fran se levantó a por un vaso de agua y vio a su hermano con la luz encendida. No
pudo dejar de preguntarle por qué no dormía ya.

Es que sigo admirando mi obra.Y te da yuyu, ¿verdad?Que te he dicho que no. Vete y déjame en paz. Yo me voy. Sin no puedes dormir igual en el sofá...Te voy a acabar pegando. 


jueves, 21 de septiembre de 2023

Una prórroga molesta

 


Fran llegó aquel día a su trabajo. Se cambió y fichó. Mientras manejaba los útiles de faena tuvo que
ajustar el funcionamiento de varias máquinas, recoger diversos enseres, interrumpir sus quehaceres
para hacer favores a sus compañeros... Por lo menos los ancianos para los que realizaba todas aquellas
tareas lo agradecían, lo cuál era reconfortante, pero no podía detenerse a departir con ellos. Había
mucho que hacer en esa cocina y el tiempo apremiaba. Además, como solía ocurrir, era el más grande
y fuerte en su nuevo lugar de trabajo y si había que levantar algo, llegar a algún lugar difícil, etc le
llamaban a él.

Te estás haciendo con todo ¿verdad? —Le comentó uno de sus compañeros.
Bueno, no es mi primera vez en cocinas y...
Pues cuando puedas a ver si lavas los platos.

Fran se apuntó la nueva tarea y se lamentó mil veces de no haber podido aún sacar sacar las
oposiciones donde tantas veces se había presentado. Por lo menos ahora tenía una fuente de
ingresos, lo que no era poco pensando en el futuro. Pero no había tiempo de pensar en ello, tras
haber preparado con un agua los platos tocaba meterlos en la máquina de lavado mientras se
preparaba otra remesa de vajillas para lavar. Rezó y deseó mil veces que le llamaran de aquel
puestecillo en Correos donde se había inscrito y le habían pedido sus títulos. Pero por fin el
reloj llegó a la hora de salir. En el vestuario se puso de calle guardó su ropa y pensó en el descanso
que se había ganado a pulso. En el vagón de metro pensaba en su llegada al hogar, la comida,
la siesta... No se imaginaba nada capaz de quitarle la alegría y la satisfacción del deber cumplido.
Pero en aquella estación, sus pensamientos tomaron cuerpo. El subterráneo se quedó parado y no
arrancaba. Pasó un minuto, dos.. Así hasta ocho, y Fran empezó a temerse lo peor. Y la
megafonía dio el aviso fatídico:

Atención, por favor. Por incidencia en línea el servicio no se presta con normalidad.  El recorrido 
se verá interrumpido en un tiempo estimado de 15 minutos.

Fran se acordó de toda la familia de los responsables del metro. Una vez más cuando todo estaba
cumplido iban a añadirle otra preocupación. Después de su jornada, lo más duro estaba aún por venir.
Empezó a despotricar, como muchos de sus acompañantes de vagón contra los responsables de los
servicios públicos. Luego se dio cuenta de que eso no servía y debía buscar cómo volver a su hogar.
Pero una vez más esa gente demostraba que siempre podían hallar el modo de joderte. Con ellos la

jornada de trabajo tenía prórroga.




Los gayumbos de Drácula

 


Fran estaba tranquilamente destendiendo aquella colada y guardando la ropa seca. Todo iba
perfectamente hasta que aparecieron aquellos calzoncillos. Fran recordaba perfectamente
haberlos echado a la lavadora, haberlos tendido bien, pero lo que ahora veía en la cuerda eran
unos retales de tela descolorida y rota realmente difícil de identificar siquiera como una
prenda de vestir. ¿Cómo podía haber ocurrido eso en un secado en la cuerda?

Será que les has echado lejía o algo así —dijo Carolina oyendo el problema.Tendríasquehabérmelosdadoamíquetúnosabesporlovistoyoteloshelavadomuchosañosysiemprelos
hastenidobiennincateheestropeadoningunaprendaymiraquébienibassinosabesnadaperotelohagoyoy
siempretendásropa...—terció Doña Marta Palacios.Oye, no me jodáis, llevo un montón de tiempo lavándome la ropa y esto no había ocurrido
 nunca. Y mirad el resto de la colada. Ha salido bien.Yo sólo digo que a mí ni se te ocurra dejarme nada mío así —intervino Juan.¡Me cago en la leche! ¡Si sabes que no toco nunca nada tuyo ni con un palo! Sin tú no me lo
 dices huyo de ti como de la peste. El caso es que por algún motivo estos gayumbos se han 
deshecho al sol completamente.Serían los calzones de Drácula —dijo Juan y todos salvo Fran se echaron a reír.

Fran echó una ojeada al manual de uso de la lavadora, de los calzones, de los productos que
había usado para limpiarlos... Nada podía explicar lo que había ocurrido.

Joder, es que no puedo volver a poner una lavadora temeroso de que ocurra esto —comentó
 nuestro protagonista.Nada, la próxima vez les echas agua bendita encima y todos contentos —remató Juan 
provocando otra vez las risas de todos y la desesperación de nuestro protagonista —. O acuéstate 
mujeres menos impetuosas.


miércoles, 13 de septiembre de 2023

¿Hiroshima o Pies Descalzos? Un testimonio imprescindible.

 

 

Bueno, pues pro fin se acabó.
 La verdad al final se repetía
 un poco —decía Fran al acabar 
el último
 tomo de Hiroshima de Keiji 
Nakazawa.Lo que pasa es que como
el tema es horrible y se alarga 
varios años cansa.Sí, pero aún así hay que 
leerlo. Hay que  tener en
 cuenta  que muy poca gente te puede contar esto
 de primera mano.


Tras un tiempo sin ver esta rama del cómic Fran volvió a
leer un manga.Keiji Nakazawa es una de las grandes
figuras del cómic japonésde todos los tiempos, pero
sobre todo fue un superviviente del bombardeo atómico de
Hiroshima. Evidentemente esta experiencia le
marcó y la volcó en su obra más importante, que
Fran y Juan tenían en siete tomos bajo el nombre de
Hiroshima. Esta obra ilustra el miedo inicial, las
secuelas a lo largo de años, las desesperación de
ver caer a todos a tu alrededor a causa de los
efectos de la radiación...

Y duró muchos años. Es increíble. Cada cómic muestra cómo empieza a sufrir los mismos

 síntomas otra persona, la impotencia ante la situación, la dificualtad para lo más básico... Al 

final, la verdad, cansa un poco —decía Fran.

Sí, pero no es menos cierto que esto es como ocurrió aquel acontecimiento tan terrible. Si era

 todo el rato igual, era igual.

También acojona mucho ver cómo en esa situación sale lo peor de algunas personas. Como gente buena e inocente al principio se pervierte.

Y otra vez lo mismo: es que eso es real, no es un guión. La gente hace lo que sea por sobrevivir.

Otra cosa terrible y que no deja de tratar es la indignante impunidad de los responsables de ese horror.

En Japón este cómic incluso se da a leer en los colegios.

Sí, lo sé- Y ahora ha salido otra edición en solo cuatro tomos bajo el título de Pies Descalzos.

Pero no nos lo compraremos otra vez.

No, yo otra vez esta angustia y desesperación no me lo leo.

Sí, pero sí hay que recomendarlo. Es un testimonio único y muy necesario. Aunque no sea

 agradable.




Ficha del cómic, aquí.

Lo que queremos y lo que tenemos

 

 

Bueno, mamá. Este
será uno de los últimos 
días que pueda 
acompañarte. Mañana
 empiezo a 
currar —dijo nuestro protagonista a Doña Marta Palacios en el parque.Notepreocupeshijoqueyomeapañarésolonopodéisquedarossoloaquíamiladoquetenéisvuestravida
yvuestrascosasyameharéyomismalascosasyyameocuparédelodesaliryloquemeatañameharémicomida
vosotrostrabajadsinmiedo...—respondía Doña Marta.Espero. La verdad es que mira, todo el paisaje a cambiado ya.

Nuestro protagonista se refería a la ausencia de niños y, en menor medida, de perros en la
explanada. Hacía pocos días en lo surtidores de este parque los infantes se remojaban y llenaban
globos, ponían pelotas a flotar, etc.

Ya toca, empiezan los colegios, empiezan los trabajos... —comentaba Fran—. Hoy ningún crío se 
acercará a jugar con tus cosas, como hacían.Buenohijoperotienenqueaprenderlavidasiguetúnotepreocupestúloquetienesquehaceresganartu
dineroylosniñosprepararseparatrabajarmañanayoharémividaynotepreocupesquetendremosquehacer
todosnuestrascosas...Ya, si no me queda otra, mañana a las ocho para el trabajo.Notepreocupesqueseguroquesaldrábienhijoojaláyomefueraadarclasesperoahoratengootrascosas
enlacabezayademásesloquenecesitáisaversiospaganbienqueyoyameheganadoperderosdevistaunpoco
quetengolibrosqueleerycosasquehacer...Ojalá yo pudiera leer la montaña de libros que tengo en casa pendientes.Yojaláyofueraconlosniñostúquepuedesaprovechatutrabajoquedentrodealgunosañosloecharásde
menosynopodrástúvasavergenteyganartudineroyyatendrástiempoparatuscosasqueesotambiénhayque
ganárselo...Está visto que nunca estamos contentos con lo que nos toca —dijo Fran acariciando la cabeza a 
un perro que vino a verlos. Miraquetúdecíasqueyanohabianadievescómosiemprehaycosasquesiguenahíytodossalenadelante
miraestequequierevenirseconnostrosperoallíestásuamoestotampocolotendrásapartirdemañanayaver
cómoteñaspañas...Bueno, no me amargues mis últimas horas sin curro. 







miércoles, 6 de septiembre de 2023

Cuando llegó la tromba

 


Aquella tarde, mientras se lamentaban de no haber podido salir de casa, los Gordal Palacios, con
la excepción de Carolina, veían por la tele los efectos de la borrasca que los había encerrado. La
verdad es que la alerta que había enviado protección civil a todos los móviles era muy elocuente,
pero en el lugar donde la familia vivía no se había visto la lluvia. No así, por lo que veían en las
noticias, en otros puntos del país.

Carreteras cortadas y trenes que no han podido salir —comentaba nuestro protagonistaYmemandanalmóvilmensajesyvideosdeloquehapasadoaquíenlaComunidadenVillalbadonde
veraneabanmispadreshahabidounariadaquehaanegadolaplazadelayuntamientoqueyolahevistomiles
devecesyquevosotroshabéiscorridoporelladepequeños... —decía Doña Marta Palacios.No, si han pasado cosas, pero aquí no ha caído una gota.

Fran recibió por móvil un mensaje de Carolina de que tampoco donde ella había ido con sus
amigos habían sufrido ningún problema. Allí había sido un día lluvioso, pero nada fuera de lo común.

Bueno, pues hemos tenido suerte —dijo Fran.Sí, pero cuando ni nosotros ni Cárol hemos tenido problemas nos sentimos un poco como que 
hemos hecho el canelo —contestó Juan.

Sin embargo, poco antes de irse a dormir, la anunciada tromba de agua hizo su aparición por fin
en la zona donde vivía la familia. Fran y Juan se asomaron. Doña Marta ya desde la cama comentó:

Puesahorasíquellueveseoyedesdedondeestoylosestáisviendonosésihabráproblemasesperoqueno
acabecomoloquehemosvistodeVillalbaaunquebuenonotenemosnadaqiuenospuedallevarahoraigual
cuestadormirconesatromba...No, mamá —contestó Juan—, pero sí que hay una riada, aunque no muy grande en la calzada.¿Y Cárol cómo estará? —se preguntó Fran.Mañana hablaremos, Fran, no creo que ahora sea buen momento. Si le pasara algo ya nos avisaría.

Fran, no obstante, antes de dormir intentó llamar a su hermana y vio que no había cobertura. También
era normal en esas condiciones, pero no tranquilizaba esa sensación antes de irse a dormir.
En efecto, parecía que aquella iba a ser una noche muy larga.




Asunto de chapas

 


Juan, ya sabes que
eso por la tarde es
 muy difícil que te
 lo traigan.

Hacía varios días

que el hermano

mayor de nuestro

protagonista esperaba un pedido que había realizado. En este caso no eran comics ni libros, sino

algo mucho más simple: merchadising de los mismos. Chapas. Como las que se llevaban en otros

tiempos y ahora Fran sólo las veía en las chaquetas de los que le hacían entrevistas de trabajo con

el logotipo de las empresas.

Pero es que llevo mes y medio que las pedí y no me llegan —respondía Juan.Mira, yo no entiendo ni cómo puedes querer eso pero, si no llegan, igual debías volver a escribir a
 quien te las remita.Ya le he vuelto a escribir, dice que la semana que viene si no han llegado volverá a enviarlas.

Juan pasó los siguientes días en un estado de nervios constante, siempre pendiente del telefonillo
de entrada, del buzón... De cualquier cosa que pudiera traerle noticias de su pedido. Todos en la
casa lo veían.

Laverdadesqueesmuyantipáticocuandounoesperaalgoquenollegaamítambiénmehapasadoaveces
peroparecesunpadreesperandoelnacimientodelniñotúestássegurodequeporinternetlesllegónosino
escríbelesporcorreonormal...—comentaba Doña Marta PalaciosMamá, no es por el internet. A ver si dejas de tener manías de esas de los años sesenta —respondía 
Juan.

Por fin, un día, en el buzón había un aviso de entrega. Juan debía pasar por la oficina de correos
a retirar el paquete. Cuando lo tuvo en sus manos no cabía en sí de gozo.

Pareces un niño con el regalo de los reyes. De verdad que no entiendo por qué te hacía ilusión
 eso —comentó Fran.Pero míralas: chapas de Crumb, de Bukowski, de Watchmen... ¿Cuál quieres?No quiero ninguna, Juan. Yo no veo atractivo a eso.Pero las he esperado mucho, tienes que coger alguna.Que no las quiero Juan. ¿Cómo no vas a querer? ¿Ni siquiera la de Snoopy?


Vaya, pensó para sí nuestro protagonista. Despues de la chapa de que no llegaban y la chapas
físicas que ya tiene, ahora me va a tocar la chapa de que coja una.