—Pues la verdad es que
ha quedado muy chulo.
Te has pegado un
trabajo tremendo, pero
luce —dijo
nuestro protagonista
a Juan Gordal. —Ya ves que el tarot
sirve para algo. Que
tú decías que para
qué lo compraba.Hacía meses que nuestro protagonista acompañaba a su hermano por las tiendas de esoterismo más
extrañas preguntando por las barajas. Pero no era por el juego en el que Juan no creía, sino que
estaba coleccionando las barajas que habían ilustrado autores de cómic que admiraba. Las había
juntado de Hugo Prattt, Jodorowsky, Manara... Fran se había preguntado muchas veces si siempre
las iba a tener expuestas en la estantería. Sin embargo Juan por fin les había encontrado una
utilidad pegándolas en su techo y dejándolo con un aspecto totalmente diferente del que tenía.
—Ahora vas a dormir vigilado por los arcanos —dijo Fran. —Ahora voy a dormir bajo un techo molón —respondió Juan. —A ver si no vas a pegar ojo pensando en ello. —Vete a la mierda. Si sabes perfectamente que no creo. —Bueno, espero que esta noche no se comuniquen contigo los espíritus. —Ni que esto fuera una Ouija.Por la noche Fran se levantó a por un vaso de agua y vio a su hermano con la luz encendida. No
pudo dejar de preguntarle por qué no dormía ya.
—Es que sigo admirando mi obra. —Y te da yuyu, ¿verdad? —Que te he dicho que no. Vete y déjame en paz. —Yo me voy. Sin no puedes dormir igual en el sofá... —Te voy a acabar pegando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario