-Ahora
ya es cristiana -dijo Doña Marta sin caber en sí de gozo.
-Es
el segundo día de su vida en el cuál es protagonista, el primero es
el propio nacimiento -dijo nuestro héroe.
Marimar,
la pequeña hija del primo Felipe acababa de recibir el agua. En la
iglesia más importante de la ciudad donde vivían el primo Mario y
su familia, la pequeña se convertía oficialmente en una nueva
cristiana. Obviamente, Doña Marta y la tía Clara, con tan profundas
convicciones católicas eran felices de verlo. El primo Mario, era
Feliz de padrino. El primo Felipe y su mujer Miriam, con sus
respectivas familias, habían organizado una fiesta por todo lo alto
para celebrarlo. Carolina Gordal, Alvarito, y nuestro protagonista
disfrutaron viendo a la niña tan bien vestida y en su primer día
festivo. Marimar lloró un poco al caerle el agua bendita, pero
inmediatamente puso esa sonrisa tan graciosa suya. Pasó de mano en
mano, mientras todos los asistentes al acto se la disputaban para
hacerse una foto con ella ante el Pilar.
-Yo
no, que la desgracio -dijo nuestro protagonista.
-Venga,
ya la cogiste en Madrid y no pasó nada -insistió Doña Marta.
-No,
ahora no, luego cuando esté sentado en el banquete y no se pueda
caer.
-Pues
ponte con nosotras -dijo la tía Clara-, que Carolina nos va a hacer
una foto.
-A
ver si es capaz, porque ¿podéis creeros que la muy burra no fue
capaz ayer de hacerme una foto ante el Palacio de La Aljafería?
-Y
cómo se puso el cabrón. Creo que voy a llorar.
-Mira,
Cárol, reconoce que es para cabrearse que no seas capaz en seis
intentos de sacar una foto donde se nos vea a mí o al Palacio.
Porque no se nos veía a ninguno.
-Fran,
no quiero pegarte una bofetada en la fiesta de tu sobrina. Vente aquí
y calla -dijo Doña Marta.
-Mírala,
a su edad y el truco del lloriqueo le sigue funcionando -dijo Fran
Mientras se ponía en la foto.
Como
Fran había anunciado, la foto salió movida y borrosa.
-Es
que la cámara es muy mala -dijo Carolina.
-Y
la fotógrafa aún peor. De verdad, cuñado, no sé qué viste en
ella -dijo Fran a Alvarito que no paraba de reír.
Pero
todas las asperezas se limaron cuando los primos salieron comer en el
banquete, en un importante local de la ciudad, con el Ebro de fondo.
Varios platos todos muy buenos. Y aquí sí, Fran cogió a la pequeña
protagonista del día y se hizo una foto con ella.
-¿Veis?
Todos contentos -dijo nuestro protagonista.
Cuando
todo acabó, Carolina y Alvarito decidieron dar una vuelta con el
primo Mario, no olvidemos que seguía siendo con el que tenía más
contacto nuestro protagonista y la familia que vivía cerca de él en
Madrid. Con él pudieron seguir en un bar de la ciudad maña la
victoria del Atlético de Madrid ante el Málaga, y conocer algunos
de los lugares de tapeo de orillas del Ebro.
-¡Que
te gusta poco a ti el papeo, primín! -dijo Mario
-Sí,
pero ahora, al volver a casa quiero una última cosa -dijo nuestro
protagonista.
-¿El
qué? -preguntaron todos.
-Una
foto decente ante la Aljafería. Por algo soy medievalista.
-¡No,
ota vez no! -dijo Carolina.
-Hombre,
no es tan terrible, házsela -dijo Alvarito riendo.
-No,
porque luego está durante días con eso, pasándome el fallo por la
cara.
-Peor
voy a estar si me quedo con estos seis intentos de ayer.
-No,
te lo suplico.
-Ahora
no está mamá, no te vale el lloriqueo.
De
modo que el grupo se encaminó hacia el palacio que desde la época
de las taifas había acogido a los diversos gobernantes de Aragón, y
Carolina volvió a intentarlo. Estaba asustada y temblorosa y l foto
volvió a salir movida.
-¡Me
cago en la leche! -gritó nuestro protagonista de un modo que
debieron oírle en su propia ciudad-. ¡En todos los siglos que lleva
este Palacio aquí, dudo que haya visto a una inútil semejante!
-¿Veis?
¿Veis cómo ya está reprochando? -sollozó nuevamente Carolina.
-¿Queréis
que lo haga yo? -propusieron casi al mismo tiempo Alvarito y el primo
Mario.
-Qué
remedio -dijo Fran-, pero no es eso, no es eso.
-Sí,
tú siempre humillándome -dijo Carolina.
-No
empecemos otra vez, Cárol -pidió Alvarito.
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