—No tienen ni finales espectaculares, cómo se nota que no se hacían pensando en una franquicia—comentó nuestro protagonista observando el anodino remate de La aventura del Poseidón.
—Bueno, de Aeropuerto hubo varias—le respondió Juan
Gordal—. Lo que no entiendo es por qué ahora
te ha dado por el cine de catástrofes setentero. Llevas
La aventura, El Coloso en llamas, la primera de
Aeropuerto... —Sólo es porque en la tele han debido comprar el pack y las han
puesto. —Encima por la tele. Te estás volviendo claramente a los setenta.Fran se rio, pero lo cierto es que el subgénero de acción por
excelencia de la época de los pantalones de campana, los peinados de ondas y las medias melenas
con patillas le parecía en muchos aspectos mejor que las últimas superproducciones Marvel. Se
empatizaba mucho más con los personajes y la osadía que había observado en La Aventura del
Poseidón de mostrar en pantalla la muerte de varios de los personajes principales la dotaba de un
dramatismo que ni siquiera los sacrificios en las escenas apocalípticas de las superproducciones
actuales podía transmitir. Aparte del asunto de los repartos, en los cuáles aparecían actores mucho
más dotados que las estrellitas del siglo XXI.
—Bueno, eso es discutible—le dijo Juan—. Que Paul Newman y Steve Mc Queen de El Coloso en
llamas eran los mojabragas de su momento, no grandes actores. —Cierto, y Geene Hackman apareció en Superman, las de superhéroes de su momento, pero les
dan mil vueltas a los de ahora. El único que creo yo que podría acercárseles en dotes de
interpretación es Robert Downey Jr, y prefiere hacer el gilipollas. —Lo curioso de estas películas es que no hay un villano y mantienen una tensión increíble. —Mira, Roland Emmerich intentó recuperar el cine de catástrofes con medios del siglo XXI y
tampoco le queda igual. La Aventura misma tuvo un remake que no le llega ni a la suela de las botas.
Te lo digo en serio, hay algunas cosas que se deberían plantear recuperar
en los estudios de cine. —Sí, claro, y tú vas a salir a la calle con pantalones de campana, bigotito y patillas. —No me hables así, que en los 70 yo no había nacido, pero tú sí. Es tu estilo.
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