Nuestro protagonista había subido miles de veces aquella cuesta. Un día notó que siempre que lo había
hecho iba por el mismo lado de la calle. Entonces optó por cambiar de acera para ver los establecimientos y locales que se encontraban al otro lado. En realidad conocía bastante bien aquella juguetería, la escuela de yoga, la mercería... Únicamente no solía pasar por su lado. De este modo nuestro protagonista llego a la plaza donde finalizaba la cuesta. Y notó algo curioso: había subido a mucha más velocidad y con mucho menos cansancio de lo que era habitual. En un primer momento pensó que igual era que en esa acera no daba l sol, pero de hecho fue exactamente al revés. La acera de la sombra era la contraria, probablemente ese fuera el motivo por el que solía subir por ella. Después de unos minutos en la plaza emprendió la vuelta, en camino por el mismo lado en el que había llegado. No se paró en ningún local, no miró nada, pero comprobó que la bajada le había llevado diez minutos más
de lo habitual. Ahora era todo al revés. En una bocacalle cercana se encontró por pura casualidad a
Carolina:
―Hola, Fran. Resulta que he salido del parque por otra puerta que no había visto nunca y he venido a
parar aquí. ―Pues no está tan lejos de casa, raro es que no conocieras esa zona. ―Mira, ven aquí.Carolina llevó por aquel atajo a nuestro personaje y pudieron ver un enorme centro comercial muy
cerca de su casa y su barrio que no conocían.
―Parece otro lugar ¿verdad? ―Pues yo he comprobado que el tiempo y el esfuerzo tampoco son iguales por esta acera. ―Habrá una grieta espacio/temporal de esas. ―Pues no sé si volver por aquí, a ver si acabamos en otra dimensión. ―Igual nos convertimos en reyes. ―Yo por lo menos quiero ser héroe.
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