—Pues sí, Fran Resulta
que llevamos años
haciendo mal las
pesas. Hay que
hacerlas alternas
entre los brazos
—dijo Juan
Gordal a nuestro
protagonista. —Joder, pues la
verdad es que
teníamos los
brazos bastante bien para hacerlas mal. —Yo no sé, yo lo que te puedo decir es que me he puesto a mirarlo y he visto en varios sitios
de internet que decían eso. —Bueno, pues les haremos caso, que peor no vamos a quedar. Ahora, me extraña —dijo Juan.
Los dos hermanos llevaban mucho tiempo haciendo una tabla de ejercicios cinco días a la
semana que incluía varias series de mancuernas. Como sabe quien haya seguido este blog
había dado resultados, pero de vez en cuando descubrían los hermanos algún detalle que
fallaba, o al menos que se podía mejorar en su rutina.
—También eso hace que la cambiemos, que siempre la misma no es buena —comentó
nuestro protagonista. —Yo creo que lo que hacemos por nuestros propios medios en cuestión de ejercicios es
la leche —respondió Juan—. Pero siempre se puede mejorar.Pasados algunos días de empezar a realizar la serie de pesas como habían visto los
hermanos que debía hacerse, nuestro protagonista descubrió a Juan mirándose al espejo
durante tres cuartos de hora.
—Bueno, ¿qué haces? —preguntó. —Nada, es que estoy viendo el efecto de unos pocos días de esas pesas y se nota, se me han
puesto los brazos como Popeye. —Yo ya los tenía bastante bien antes. —No empieces como siempre. Lo que encontré mejora mucho nuestros ejercicios. —Bueno, pues lo seguiremos haciendo sin problemas. —Vale, pero tienes que reconocerme mis méritos. —Sí, y adorarte también y ponerte un monumento a ti y a las pesas. Anda, vuelve a la realidad. —Eso, que la realidad de mis fuertes brazos me encanta.