miércoles, 2 de abril de 2025

Mancuernas bien.

 


Pues sí, Fran Resulta
 que llevamos años
 haciendo mal las
 pesas. Hay que
 hacerlas alternas 
entre los brazos
 —dijo Juan 
Gordal a nuestro
 protagonista.Joder, pues la
 verdad es que
 teníamos los
 brazos bastante bien para hacerlas mal.Yo no sé, yo lo que te puedo decir es que me he puesto a mirarlo y he visto en varios sitios
 de internet que decían eso.Bueno, pues les haremos caso, que peor no vamos a quedar. Ahora, me extraña —dijo Juan.


Los dos hermanos llevaban mucho tiempo haciendo una tabla de ejercicios cinco días a la
semana que incluía varias series de mancuernas. Como sabe quien haya seguido este blog
había dado resultados, pero de vez en cuando descubrían los hermanos algún detalle que
fallaba, o al menos que se podía mejorar en su rutina.

También eso hace que la cambiemos, que siempre la misma no es buena —comentó 
nuestro protagonista.Yo creo que lo que hacemos por nuestros propios medios en cuestión de ejercicios es 
la leche —respondió Juan—. Pero siempre se puede mejorar.

Pasados algunos días de empezar a realizar la serie de pesas como habían visto los
hermanos que debía hacerse, nuestro protagonista descubrió a Juan mirándose al espejo
durante tres cuartos de hora.

Bueno, ¿qué haces? —preguntó.Nada, es que estoy viendo el efecto de unos pocos días de esas pesas y se nota, se me han
 puesto los brazos como Popeye.Yo ya los tenía bastante bien antes.No empieces como siempre. Lo que encontré mejora mucho nuestros ejercicios.Bueno, pues lo seguiremos haciendo sin problemas.Vale, pero tienes que reconocerme mis méritos.Sí, y adorarte también y ponerte un monumento a ti y a las pesas. Anda, vuelve a la realidad.Eso, que la realidad de mis fuertes brazos me encanta. 


Las baldosas recurrentes

 

 

Esta vez va a ser
 la buena, ya lo 
veréis. Me he 
visto los 
videos tutoriales 
de You Tube y
 tengo todo el
 material necesario 
—comentó orgullosa Carolina Gordal.Bueno, pues mucho ánimo si tienes ganas de hacerlo —comentó nuestro protagonista—.
 Pero lo hemos intentado muchas veces y nunca ha quedado bien. Igual ya valdría la pena
 llamar a alguien que sepa del asunto y nos lo haga.¡Quedó perfectamente! Pero vosotros no habéis cuidado mi obra —intervino malhumorado
 Juan Gordal. 

En la casa de los Gordal Palacios llevaban bastante tiempo sufriendo el problema de esas
tres baldosas problemáticas en el pasillo que se habían roto desde la última reforma y que
no había forma de reponer bien. Juan Gordal lo había intentado con varios tipos de cemento,
varias compras de baldosas y muchos esfuerzos pero sus reparaciones habían durado muy
poco. Ahora le tocaba intentarlo a Carolina Gordal. Había traído su propio material, se había
informado en You Tube y había consultado Rafael, su novio actual Estaba segura de poder
arreglar el problema.

Da mucha confianza que mi cuñado me haya contado cómo se arregla esto —dijo nuestro
 protagonista mientras Carolina se arrodillaba y trabajaba.Si no tienes nada bueno que decir no jodas. Cuando uno está trabajando no se le molesta.

En eso Carolina tenía razón. Nuestro personaje la dejó trabajar y cuando acabó observó a su
hermana vigilar durante horas su obra,

No se van a ir ni a salir huyendo ¿eh?Bueno, yo sólo os pido que no las piséis en unos dos días.Por supuesto, eso está hecho.


Así durante los dos días siguientes los tres hermanos hacían auténticas acrobacias en aquel
pasillo para no pisar la obra de Carolina. Por fin pudieron reanudar la marcha.

La verdad es que ha quedado bastante bien —reconoció nuestro protagonista.Deberíais llamar los dos a Rafael y pedirle perdón por dudar de él —dijo Carolina.Igual sí, lo reconozco. Ahora voy al baño —intervino Juan.

Al pisar Juan en el pasillo un crujido alertó a los hermanos. En efecto al pisar Juan se habían
vuelto a romper las baldosas y todo el trabajo anterior no había servido de nada.

Pues tu novio nos la ha pegado pero bien —gritó Juan.¡Esto lo has hecho aposta porque lo tuyo fue una mierda y lo mío quedó bien y no has
 podido soportarlo! —respondió Carolina.Entonces ahora, ¿ya podemos llamar a alguien que sepa y que nos lo haga? —concluyó 
nuestro protagonista.