—Esta vez va a ser
la buena, ya lo
veréis. Me he
visto los
videos tutoriales
de You Tube y
tengo todo el
material necesario
—comentó orgullosa Carolina Gordal. —Bueno, pues mucho ánimo si tienes ganas de hacerlo —comentó nuestro protagonista—.
Pero lo hemos intentado muchas veces y nunca ha quedado bien. Igual ya valdría la pena
llamar a alguien que sepa del asunto y nos lo haga. —¡Quedó perfectamente! Pero vosotros no habéis cuidado mi obra —intervino malhumorado
Juan Gordal.En la casa de los Gordal Palacios llevaban bastante tiempo sufriendo el problema de esas
tres baldosas problemáticas en el pasillo que se habían roto desde la última reforma y que
no había forma de reponer bien. Juan Gordal lo había intentado con varios tipos de cemento,
varias compras de baldosas y muchos esfuerzos pero sus reparaciones habían durado muy
poco. Ahora le tocaba intentarlo a Carolina Gordal. Había traído su propio material, se había
informado en You Tube y había consultado Rafael, su novio actual Estaba segura de poder
arreglar el problema.
—Da mucha confianza que mi cuñado me haya contado cómo se arregla esto —dijo nuestro
protagonista mientras Carolina se arrodillaba y trabajaba. —Si no tienes nada bueno que decir no jodas. Cuando uno está trabajando no se le molesta.En eso Carolina tenía razón. Nuestro personaje la dejó trabajar y cuando acabó observó a su
hermana vigilar durante horas su obra,
—No se van a ir ni a salir huyendo ¿eh? —Bueno, yo sólo os pido que no las piséis en unos dos días. —Por supuesto, eso está hecho.
Así durante los dos días siguientes los tres hermanos hacían auténticas acrobacias en aquel
pasillo para no pisar la obra de Carolina. Por fin pudieron reanudar la marcha.
—La verdad es que ha quedado bastante bien —reconoció nuestro protagonista. —Deberíais llamar los dos a Rafael y pedirle perdón por dudar de él —dijo Carolina. —Igual sí, lo reconozco. Ahora voy al baño —intervino Juan.Al pisar Juan en el pasillo un crujido alertó a los hermanos. En efecto al pisar Juan se habían
vuelto a romper las baldosas y todo el trabajo anterior no había servido de nada.
—Pues tu novio nos la ha pegado pero bien —gritó Juan. —¡Esto lo has hecho aposta porque lo tuyo fue una mierda y lo mío quedó bien y no has
podido soportarlo! —respondió Carolina. —Entonces ahora, ¿ya podemos llamar a alguien que sepa y que nos lo haga? —concluyó
nuestro protagonista.
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