-Pero nos sale por las orejas y ha
sobrado un huevo -dijo Juan reluciente de pies a cabeza.
-Noséquévamosahacerestosdíasporquetenemosmuchos
restosdeestecodilloymuchasotrascosashemos
hechocomidapormuchosdíasaversiledamossalidaporque
seríaunapenaquesetiraraeramuybuenodesde
luegoestanochehayqueseguir...
-Buf, otra vez a comer lo mismo.
Fran se retiró a su cuarto a dormir
algo de siesta y oír el fútbol, cuando recibió una llamada de la
tía María Cristina:
-Hola, floritos ¿vais estar esta
tarde en casa? ¿puedo pasarme a las cinco?
-Ya te he dicho muchas veces que no me
llames florito, tía, pero sí, claro que estaremos.
-Menos mal, porque tenía que llevaros
una cosa.
Esta respuesta dejó intrigado a
nuestro protagonista, pero poco importaba cuando había que barrer y
preparar la casa para la visita. Doña Marta había fregado los
platos, metieron en la nevera una enorme olla de restos del codillo y
barrieron la casa. Cuando llegó la tía María Cristina estaban
pensand, que ella que era siempre tan fanática de la comida frugal
podía llevarse un susto si llega a ver el yantar de los Gordal
Palacios. Tía Maria Cristina llegó y saludó muy efusivamente a
Diez.
-Qué
bien y qué bonito lo tenéis todo, os habéis ganado esto que os he
traído.
Fran
recibión de manos de su tía la fimbrera y comprobó con horror que
el presente de su tía era...¡Más codillo!
-Joder,
tía, nos va a salir el codillo por las orejas
-Seguro
que no lo habéis probado nunca, está buenísimo -dijo tía María
Cristina con su habitual vicio de descubrir lo que todos sabían.
-Tía,
lo hemos comido hoy mismo en gran cantidad.
-Pues
ya sabéis, os encantará.
-Desde
luego, pero nos va a salir por las orejas el codillo.
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