-¿Se puede pasar, por favor?
Entonces nuestro
protagonista cayó en que había vuelto a ceder a un tic muy
característico suyo en las escaleras mecánicas: ponerse con los
brazos abiertos y una mano en cada barandilla, cerrando el paso a quien
subía más rápido. Se disculpó con ella y le permitió seguir su
camino. Juan Gordal , en cambio le reprendió:
-Mira que hemos hablado
veces de esto, Fran. A ver si lo dejas de una vez.
-Es que por agobiado que voy pensando en cosas que no me gustan, me sale lo peor
de mí.
-Pues estate atento.
Nuestro protagonista
llegó a la tienda de confianza donde solía comprarse la ropa, y el
consabido trajín le dejó cansado sin haber hecho nada, pero tenía
lo que fue a buscar: dos camisetas y unos pantalones largos. Estaba
contento y había alcanzado sus objetivos en poco tiempo. Ahora le
quedaban dos horas para hacer lo que le gustase:
-Pues vamos a ver tebeos
-dijo nuestro protagonista.
-Por supuesto, contaba
con ello -dijo Juan.
Y así iban ambos
hermanos en la escalera mecánica de la Fnac pensando en las últimas
novedades que conocía, nuevas ediciones de Bruguera, los Freak
Brothers, algún tebeo que ya llevaba tiempo queriendo comprar como
Alix, cuando un señor mal encarado le gritó con tono hosco:
-¿Me dejas pasar, por
favor, que ocupas toda la escalera?
Fran vio que había
vuelto a caer en ese vicio suyo, y cerraba la subida a los que iban
más rápido. Otra vez se disculpó, y dejó a ese hombre pasar por
su izquierda:
-Vas atontolinado
cerrando el camino, despierta un poquito -dijo el sujeto mientras se
alejaba.
-Anda que va a llegar
muy lejos usted así -le decía nuestro personaje
Juan Gordal aparte le
habló de ello una vez se quedaron solos:
-Muy maleducado, pero
mira, Fran, esto es lo que pasa si no me haces caso cuando lo digo
yo, que lo dicen así individuos como ese. Cuida ese defecto.
-Sí, supongo que tendré
que pensar en ello, porque ahora no tenía ni la disculpa de que
fuera a hacer algo que no me gustaba.
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