Por fin aquella tarde
iba a poder nuestro
protagonista hacer
una compra necesaria
pero que había ido
postergando por
diferentes motivos:
iba a comprarse de una vez unas botas que serían su calzado habitual.
Las zapatillas que había usado como repuesto desde que las anteriores
reventaron habían mostrado en los días de lluvia que se había abatido sobre su ciudad el
motivo de que no fueran su primera opción para cubrir sus pies: aquel día que llegó con
los pies entumecidos y con restos de humedad le habían movido definitivamente a tomar
la decisión y actuar deinmediato sobre el particular.―Ya ves tú, encima te has gastado el dinero que había para eso en otras cosas. Ahora tienes que
gastar más ―le dijo Juan Gordal.―Bueno, pero había que hacerlo. ¿Y si vamos a la tienda aquella que vimos cerca de Vallecas?
Tenían buen calzado y parecía barato.―De acuerdo. Total, pasamos por Vallecas cuando los índices pandémicos estaban disparados en
ese barrio no creo que perdamos nada.Ambos hermanos se pusieron en marcha y se ciñeron las mascarillas que seguían siendo obligatorias
mientras los efectos de la vacunación que parecía traer el principio del fin de la pandemia no surtiera
su efecto. Cuando llegaron a la tienda observaron que las botas estaban en una pared muy específica
de aquel establecimiento, y el precio supuso un gran alivio para nuestros protagonistas.―¿Me las puedo probar, por favor? ―preguntó nuestro héroe.―Desde luego ―dijo con amabilidad el dependiente ―. Eso sí, tendrás que ponerte estas fundas
en los pies.Nuestro hombre frunció el ceño, pero comprendió que mientras el virus que afligía el planeta no
remitiera el todo eso era necesario. Procedió, se la puso, dio una vuelta con aquellas botas... Sí, se
las iba a llevar. Cuando se quitó la funda de plástico del pie el mismo dependiente le trajo una
papelera llena de fundas similares, dedicada sin duda a ese desperdicio específicamente. Fran seguía
aún sorprendido por aquella medida, cuando legó a la caja. Pagar solo veinte euros cuando esperaba
gastar entre cincuenta y sesenta le levantó el ánimo. Juan le preguntó:
―¿Entonces recomiendas esta tienda?
Fran llegó a la conclusión de que aunque las medidas de protección le molestaran en
necesarias y de hecho las cumplían allí mucho mejor que en otros establecimientos que
había visto. Y el precio era bueno. El diagnóstico era claro:
―Desde luego, animo a todo el mundo a comprar aquí y a ayudarlos en tiempos duros.
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