martes, 27 de enero de 2015

Ya no salto la comba.

 -Pues sí, todos los días hago tres minutos de comba con la que tú me regalaste -dijo Fran.
 -No es verdad, Fran porque si tú saltas a la comba tiembla toda la casa.

 A nuestro protagonista le molestaba grandemente esa idea. Era cierto que había engordado, 
que había perdido forma, pero aún podía saltar como había aprendido. Era injusto que su 
hermano le reprochara eso. Fue a buscar la comba y a saltar ante él pero se pilló un pie. 

 -Esto no quiere decir nada, volveré a intentarlo.

 Fran probó no menos de cinco veces. No le salía nada.

 -Fran, estás muy gordo. No te preocupes que el lunes empezamos.
 -Sí, es que no debiste dejarlo.
 -Tú eres un cabrón -dices que tendría que haberte mantenido en forma y tú no hacer nada.
 -Pues sí, es verdad, me es más fácil contigo. Espero que no abuses.
 -No puedes nada sin mí, ¿verdad?

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