-¡Grandísimos hijos de la grandísima puta! -dijo nuestro héroe comprando aquellas tres entradas para
él, Juan y Doña Marta Palacios-¡Veintisiete euros por tres cochinas entradas de cine!
-Bueno, la peli lo valdrá -le consoló Juan.
Era cierto, y sobre todo le reconfortó que Doña Marta disfrutó como una enana con Exodus, una
película que pertenecía al tipo que a ella le gustaba y que llevaba bastante tiempo sin producir un film.
Pero le saltaba una duda: ¿quién sabiendo lo que le esperaba iba a pagar a partir de entonces para ver
películas menos visuales o lúdicas? ¿Valía la pena pagar eso por ver por ejemplo Pequeña Miss Sunsine?
Sí, muy buena, pero una película de la vida diaria y se podía ver perfectamente por otros medios.
-Se están cargando el cine -dijo.
-Bueno, tendrá que evolucionar.
-Sí, pero ¿quién va a producir películas que sabe que su destino será ese? Ahora el cine no será más que
un circo salvo que las autoridades competentes reflexionen sobre su precio.
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