jueves, 3 de diciembre de 2015

La ropa en el camino de los Reyes Magos.

Como cada año en el último mes, la ciudad de nuestro héroe empezaba a engalanarse. Ya aparecían las tradicionales luces navideñas (aunque ahora eran de la moderna energía LED), los belenes, el mercadillo de la Plaza Mayor... Y también ese enorme árbol monolítico que el organismo de loterías de su país plantaba en la Puerta del Sol. Ya era momento de pensar en cenas, salidas, regalos... Este año pensaba en muchos tebeos de la Fnac, en hacer grandes salidas nocturnas con sus amigos en un claro propósito de conseguir un puesto en la administración el próximo año, en conseguir al fin su segundo título universitario... Pero entonces, oyó un pequeño chasquido proveniente de sus pies. Y cayó en la cuenta: anualmente sus botas se gastaban y solían enviarle señales de que su primer regalo de reyes iba a envolver sus pies. Esos cordones a punto de romperse, esas lengüetas moviéndose, esas plantillas interiores que comenzaban deslizarse eran ya una tradición navideña como cualquier otra. Desde luego, para acabar el año alcanzarían, pero era un alivio que una fecha en que se contemplaba con más indulgencia el gasto económico soliese coincidir con el ciclo de su calzado. Y también cayó: mis Jerseys han encogido en la lavadora, solo tengo de un color, no combinan bien con mis pantalones. D pronto, veía su mayor temor: que su navidad se invirtiese íntegra en ropa. Por suerte, al pasar cerca de un establecimiento de prendas y complementos, vio que sí tenía chaquetas y prendas de abrigo de todas las que hacían falta. ¿Y aguantarían sus pantalones? Todo eran incógnitas, pero sí, una vez más la ropa se interponía en sus proyectos navideños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario