miércoles, 9 de diciembre de 2015

Sustos y risas en el fútbol.

-Está bien, puede continuar -dijo aquel agente a nuestro protagonista.
-¡Menudo despliegue! Espero que no ocurra nada. Y eso que parece haber buen rollo entre las aficiones y todo.

Fran y Juan Gordal habían sacado como todos los días a Diez aquel 29 de noviembre, cuando Rayo y Athletic de Bilbao jugaban en Vallecas. En el último mes, todo el planeta de nuestro héroe estaba en alerta ante posibles atentados terroristas, y en los partidos de fútbol había unos cordones policiales fuera de lo normal. Por ello los dos hermanos, que ni siquiera iban en aquella ocasión al fútbol, fueron cacheados en la puerta. Y había varias líneas policiales alrededor del campo, la calle del Payaso Fofó cortada, etc etc. Y fuera del campo ambas aficiones con sus banderas entonando sus cánticos, pero al parecer bien avenidas.

-A partir de ahora, Fran -dijo Juan-, venir al fútbol va a ser un coñazo.
-Pero yo creo, y que me perdonen los del Rayo, que puestos a atentar, lo harían en un campo más grande, con más repercusión.
-Desde luego, aquí hubo a veces altercados de aficiones y no había ni la mitad de maderos.
-A ver si ahora, todos los días vamos a vivir en estado de excepción, hasta el fútbol parece ya cosa de valientes. Las veces que de verdad hemos ido al partido nunca nos había pasado esto.
-Ya no será posible tener un momento de relax ni viendo al Atleti. Me preocupa.

Apesadumbrado con esto seguía nuestro protagonista cuando llegó la jornada copera del día 2 de diciembre. El Atleti ganó su partido sin problemas, bien es cierto que ante un rival menor, el Reus de 2ª B, pero el fútbol parecía haber dejado de divertirle, pues no le era posible pensar más que en aquel cordón policial. Y aquella jornada copera, sin grandes duelos ni dificultades para los equipos teóricamente superiores no ofrecía demasiado espectáculo que hiciese olvidar este trago. Y entonces ocurrió por fin algo a comentar. El tercer equipo de la ciudad de nuestro héroe, aquel repugnante a los ojos de cualquier observador con un mínimo de objetividad saltó al campo ante un rival inferior. E iba a proporcionar por un camino insólito la gran sorpresa copera. Manolo Lama, Paco González y su equipo estaban recitando su alineación en la radio, cuando de pronto intervino su compañero que llevaba las estadísticas:

-Oye, ¿ha habido una amnistía o algo así para los que arrastrasen una sanción en copa? -preguntó.
-Pues no que yo sepa -respondió Paco González-, pero ahora lo miramos.
-Es que si no es así, Cheryshev no puede jugar este partido.
-¿En serio?
-Que sí, que en la temporada anterior acumuló tres amarillas y tendría que cumplir una sanción en copa. Si juega es motivo de eliminación inmediata según el reglamento.


Aquello desencadenó una actividad frenética en la radio. Nadie podía creer que el equipo cuyo nombre es indigno de aparecer en este blog estuviese cometiendo tan estúpido error. Pero tras mirar todas sus listas, tablas y estadísticas, se confirmó, ese jugador no debía estar participando en aquel partido. La afición del Cádiz, famosa por su sentido del humor, para la media hora de partido ya se había enterado y empezó a entonar cánticos burlescos al respecto. Pese a ganar el partido 1-3, el equipo vecino del Atleti había hecho un monumental ridículo que todo el mundo pasó a comentar, las más de las veces con un denominador común: seguro que aquel año las chirigotas del carnaval de Cádiz iban a versar de aquel incidente. Aún intentarían de forma pueril los servicios jurídicos de dicho club durante toda la semana siguiente que no se les aplicase el reglamento arguyendo estupideces del estilo de que no se lo habían comunicado, cuando se sabía desde el mismo momento que aquel jugador vio la amarilla. O que ese reglamento era para otros casos. Eso no hizo sino aumentar su humillación, y por fin nuestro protagonista volvió a sonreir con el fútbol. Como en la vida, el fútbol demostró esa semana tener un ciclo de sustos y alegrías que lo hace incomparable. Y dio gracias al equipo vecino por ser así de estúpido y proporcionar un momento de risa cuando le hacía más falta con el fútbol.


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