-Bueno,
a él sí parece gustarle, en esta no escarba.
-Pero
parece la casa de los gnomos, Juan.
Desde
que llegó a casa, la nueva caseta de Diez era tema de discusión en
la familia. Cuando su anterior habitáculo reventó, principalmente
porque el perro escarbaba en su suelo y terminaba por romperlo, la
familia Gordal intentó remediarlo trayendo una nueva, como era
lógico. Sin embargo, aquella vez, parecía que en el establecimiento
no quedaban del modelo que usualmente compraban, como una casita de
trapo con tejado a dos aguas. Esta vez, Diez tuvo que conformarse con
una caseta rematada en pico, de planta cuadrada que recordaba
lejanamente a los tipis de los indios y las cabañas móviles de
alguna otra civilización nómada. A nuestro protagonista le
desagradaba ese artefacto en el salón, y a Juan y Doñ Marta no es
que les entusiasmase pero eran más condescendientes.
-No
deberías ser tan intransigente con cosas así de pequeñas, Fran
-decía Juan nuestro protagonista.
-Pero
este perro, que de por sí a veces parece un ewok, mira el efecto que
hace saliendo de allí.
-Pero
ya te digo que no escarba, parece que a él le gusta. No quiere
acondicionarla. Si pudiese explicarnos él si l gusta, se acabaría
la discusión.
-Espérate,
que ya ves lo que hace con la comida y el agua cuando las necesita.
¡Cómo se hace entender cuando quiere, el jodío! Bueno, a ver si
nos lo explica de algún modo.
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