miércoles, 16 de diciembre de 2015

La salsa y ponerse enfermo.

-Un manojito de romero... ¡Y voilà! -dijo orgulloso nuestro protagonista.

Aquella salsa quedaría con el pollo asado de maravilla y sería un verdadero manjar para comer. Incluso Juan, melindres por naturaleza la apreciaría. La verdad es que las dos horas que quedaban hasta el momento de sentarse a la mesa fueron muy largas para nuestro héroe, porque estaba deseando que Doña Marta Palacios y Juan apreciasen su salsa. Por fin llegó Doña Marta palacios. Venía tan frenética como siempre:

-Ayhijomenosmalquellegoporqueheestadoponiendolasnotasamisalumnosyalgunosvienenareclamar
porcdaestupidezquetedanganasdemandarlosapaseoperoyonopuedoporqueafindecuentaslosquieroson
buenoschicosy...
-Bueno, toma aire y siéntate a la mesa. Ahora voy a despertar a Juan. ¡Juaaaaaaaaaaaaaaaaaan , reptil despreciable, despiertaaaaa!
-No le hables así, es tu hermano.
-Pero duerme como una marmota, el cabrón. Debe de ser animación suspendida o letargo. ¡Tenemos que comer ya!
-Gvoy a dungcharbe -dijo Juan con su voz de recién despertado.
-¡Joder, pues date prisa! Y yo que tenía todo pensado!
-¡Cómo te pones con la comida! -dijo Doña Marta.
-Hay motivo -respondió Fran y se sentó a esperar.

Veinticinco minutos después, Juan salió de la ducha. Parecía que por fin iba a poder lucir su obra. Pero llamaron al teléfono, y Doña Marta Palacios se puso a atenderlos. Eran los responsables del gas, que pedían hora para una revisión.

-¡Mamá, cuélgalos rápido y vamos a comer!
-¡Ay, hijo, las cosas llevan su tiempo!

Por fin los colgó, y se sentó a la mesa.

-Bueno -comenzó a decir Fran-, después de acordar la revisión...
-No, no he conseguido hora, ya lo hablaré.



Nuestro héroe contuvo su ira y decidió seguir sirviendo el pollo y su salsa. Pero de nuevo Doña Marta interrumpió:

-¿Hay pan?
-¡¿Cómo?! ¡¿No has traído tú?! -dijo nuestro protagonista.
-No, hijo, hoy venía de lo de las notas y..
-¡Joder, bueno ya bajo a por él.

Dos barras de pan y diez minutos más tarde, ya sí que parecía todo a punto para que se luciese. Sirvió la salsa y comentó:

-La he hecho con el jugo del pollo, un limón y...

En este punto Juan quiso coger una servilleta, pero al hacerlo no midió bien un movimiento brusco de su brazo y volcó la salsera, tirándola toda.

-Mira, me dan ganas de... Se me ha quitado el hambre y todo.
-¿Te hago una manzanilla, hijo? ¿Estás enfermo? -dijo Doña Marta.
-No, me habéis puesto enfermo, que es distinto.

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