miércoles, 24 de febrero de 2016

El gigante de hierro.

Ahora que se estaba generalizando el uso de los dibujos por ordenador en tres dimensiones (incluso para llevar a Charlie Brown al cine), nuestro héroe recordaba una de las últimas grandes joyas en dibujo tradicional. El Gigante de hierro era seguramente la mejor obra¡a de Brad Bird, director posteriormente contratado por la Pixar para Los Increíbles. Aun cuando ésta última era muy buena, el director, autor también de uno de los episodios más vistos de la serie de los Simpson, Bart en suspenso, tuvo más libertad en el Gigante, y nos narró una historia entrañable en la que un niño americano de los años cincuenta llamado Hogarth recibía en su casa la caída de una artefacto alienígena. El pequeño descubría un enorme robot en el mismo artefacto al que salvaba de la electrocución y a partir de ahí ambos se hacían amigos. Todo se complica cundo, como al estilo de las grandes obras de la serie B de esa época el ejército interviene e investiga el incidente en el marco de unas operaciones de defensa y un funcionario especialmente quisquilloso hará la vida imposible la familia de Hogarth.

-La verdad es que era todo un descubrimiento -dijo nuestro protagonista-. No sé cómo no tuvo más éxito.
-Hombre, es conocidilla -reconoció Juan-, pero sí, me parece genial. Y además relativamente sencilla.
-Sí, porque los personajes son pocos, el pueblo pequeño, y la historia sencilla. Pero tan entrañable que atrapará a cualquiera.
-Y ese gigante, que Crolina decía hasta que sonreía.
-Y el malo este, que se hace odiar como él solito.
-Pero además, todos los homenajes a la serie B, al cine de ciencia ficción, als películs de l guerra fría...
-Una obra, en suma, que hay que ver.


 Ficha de la película, aquí.

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