jueves, 11 de febrero de 2016

A Doña Marta no le falla el gas.

-Qué bien hemos comido, ¿verdad Cárol? -dijo nuestro protagonista cuando los tres hermanos acabaron su yantar.
-Pero me preocupa que no he visto a mamá.

Aquel día Carolina venía a comer, y Doña Marta había anunciado que por la mañana se haría un análisis de sangre. Pero creían los tres hermanos que estaría al medio día. Lo prepararon todo, pero Doña Marta no había llegado a las tres y media, por lo que decidieron comer ella. Carolina, como siempre se había puesto en lo peor, que a Doña Marta le hubiese pasado algo, pero los dos hermanos decidieron que a las cuatro lo mejor era sacar a Diez. El perro, que parecía comprenderlo, se puso a ladrar agitarse y dar muestras de alegría. Le pusieron su correa, pero justo cuando iban a salir, la voz de Doña Marta en la escalera les anunció su llegada:

-HolahijosnohesalidohastaahoraporquelosniñosteníanunexamenmealegrodeverteCarolinaproque
teníamuchoquedarteyquehablarcontigosacadaDiezsiqueréisyahorahablamosquetengoqueiralbaño...

Fran miraba absorto la retahíla de su madre que en menos de un minuto había tocado una cantidad de asuntos enormes, cuando otra persona llamó al telefonillo:

-Seráelrevisordelgasquehabíaquedadoconélhoyqueyaestabacambiadoelcalentadorpararevisar
porqueantesno teníamoselnuevoperovieneahora....
-¡Joder! -dijo Carolina-. ¿Y la cocina está como está para recibirle?

Fran se sonrojó. Su madre había llegado cansada, con cosas por hacer, y él de primeras la había fallado no preparando la cocina y además acababa de guisar en ella.

-Buenohijaestámuybienyoahorahabloconéldéjame...
-Perdona, mamá -dijo Fran sonrojado- Si hubiese sabido...
-Ayhijositelodijeayerbuenoyallegadéjameconél...

En este punto Juan intervino:

-Mejor vámonos con Diez.
-Pero después de horas, sin comer, ni beber, recibe a este tío así -dijo Carolina.
-El gas de la cocina no sé, el de mamá, va a todo trapo -remachó Fran.

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