miércoles, 17 de febrero de 2016

A punto de cacarear.

Tras acabarse aquella pechuga por la noche Fran no podía creerlo: allí ante él estaba la carcasa del segundo de los dos pollos que se habían juntado tres días antes en el horno. Tranquilo exclamó:

-Joder, nos va a salir el pollo por las orejas. Menos mal que ya se acabó.
-A ver si nos entendemos mejor, hijo -sentenció Doña Marta.


Y es que el origen de aquellas seis comidas seguidas de producto avícola tuvo origen en un malentendido de ambos. Hacía tres días, los dos, cada uno de forma independiente, se habían dado cuenta de que no tenían comida para el día siguiente. Entonces Fran, con unos billetes que había encima de una repisa decidió traer un pollo, solo para descubrir que Doña Marta había tenido la misma idea. Consecuentemente dos pollos se juntaron el el horno, y con ellos más cantidad de comida de la que podían tragar en un ágape. Comieron y cenaron, pero quedaba uno entero y un ala. Por suerte Carolina venía a casa al día siguiente y entre todos se tomaron medio más. Pero para la cena ya empezaban Fran, Doña Marta y Juan a estar rebosantes de pollo. Sólo quedaba una pechuga y un la, pero cansados casi no la tocaron a medio día. Solo en la cena pudieron acabárselos.

-Bueno, ha sido graciosete, pero no quiero nada que tenga plumas y alas en un mes -dijo Juan-. Yo aquel día te confirmé que mamá traería comida, pero no escuchas.
-El caso es que nos lo hemos acabado.
-Sí, hijo. Pero como dice Juan, yo nunca os dejo sin comer. Si no tenenos comida la traeré.
-Pero es que se hacía tarde y..
-Bueno, tú otra vez piénsalo, que un poco más y nos salen plumas y cacareamos.
-Al menos Diez no parece molestarle -dijo Fran viendo cómo limpiaba su bebedero.
-No, a ése no -dijo Juan.

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