-Pues
yo creo que es una evolución lógica en él, Juan.
-Yo
en los noventa jamás hubiese creído que este tío dejaría el cómic
para hacer esto.
-Bueno,
yo creo que podría seguir dibujando cómic, pero para este proyecto
no se me ocurrre quién podría hacerlo como él.
Los
dos hermanos hablaban del giro que había dado el gran dibujante
catalán Francesc
Capdevila, conocido como
Max, autor de grandes historietas como La
Biblioteca de Turpin
o La
Muerte Húmeda.
Estaba llamado a ser uno de los grandes de la historieta española,
pero siendo también un genial ilustrador que había hecho trabajos
para la revista The New Yorker entre otras, había pasado a dedicar más tiempo a
esta faceta que le dejaba más dinero. Ahora había retomado
levemente el pulso al cómic y había realizado una versión en este
medio del famoso cuadro de El Bosco El
Jardín de las Delicias.
Pero éste había adoptado forma más de libro ilustrado que de
cómic. Ambos hermanos veían en los últimos tiempos cómo este
formato se estaba haciendo más y más abundante, y los dos pensaban
que era absurdo. Pero dentro de esto, Fran no tenía la menor duda de
que el estilo fantástico y a veces rayano en el surrealismo
convertía al dibujante barcelonés en el hombre ideal para tal
proyecto. Juan, por contra sólo quería que volviese al cómic,
deseo compartido por Fran, pero el menor de los hermanos encontraba
lógico que hiciese ese proyecto si le pagaban.
-Al
final todo es por el puto dinero, Fran. Tú odias este formato.
-Sí,
y no lo compraré, pero creo que un tío que vale tanto como Max hace
bien si le pagan por ello, y además, para un ilustrador que aparezca
su nombre ligado al de un artidta tan importante como El
Bosco es
un caramelo. No es sólo ya por dinero.
-Max
se ha vendido.
-Bueno,
yo creo que puede cuando quiera volver a hacer cómic, pero admito
que si le pagan un huevo más por esto será difícil que vuelva.
-Me
parece terrible.
-Pero
peor era cuando aquí un dibujante no tenía ninguna salida y no se
les valoraba en absoluto.
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