miércoles, 15 de junio de 2016

Falsos calamares en su tinta.

Aquel día Doña Marta Palacios no había venido en todo el día. Había estado en varias reuniones en el instituto donde daba clase. Por eso cuando ambos hermanos llegaron por la anoche les recibió muy efusivamente. Se había acostado ya pero les oyó entrar.

-Hola, hijos, venid a verme, que en todo el día no os he mirado la cara.

Fran y Juan Gordal acudieron a verla.

-Hemos salido un poco, sabíamos que podrías entrar porque tenías llaves. Por eso hemos tardado
-¿Habéis estudiado?
-Sí esta mañana. Te prometo -dijo Fran-, hacerlo lo mejor posible para que dejes de trabajar.
-Ya sabes que no quiero. A mí me gusta mi trabajo. Bueno, he cenado unos calamares, pero los vuestros están sin hacer. Allí tenéis calamares, harina y aceite.
-¿Hay que sacar a Diez? -preguntó Juan.
-Sí, no ha salido.
-Pues ahora me voy yo con él, Fran. Tú prepara la cena.

Fran se puso manos a la obra, pero según dejó loa sartén con aceite sobre el fuego, le distrajo lo que salía en la tele. MasterChef, el famoso programa de cocina del que era seguidor estaba expulsando a un concursante, y Fran sentía la necesidad de comentar en el Hashtag de Twitter. Se debatía en una pelea consigo mismo en su cabeza. Ya tenía experiencia de otras veces que se le había quemado comida por ir al ordenador. Pero el aceite no estaba caliente. ¿Podría ir y hablar en Twitter antes de echar la comida al fuego? Al final se decidió. Tres comentarios hizo. Ni un minuto he tardado, pensaba al volver a la cocina pero... Sí, el aceite estaba apunto de prenderse y un humo muy denso inundaba la habitación. Bueno, pensaba, al menos podré freír... Los calamares que hizo, siendo fritos, se llenaron de polvillo negro, producto seguramente de que la harina se había quemado al instante. Pensó que era mejor sacarlos... Y el sabor era repugnante: crudo pero con regusto a quemado. Parecían unos calamares en su tinta en vez de fritos, blancuzcos flotando en aceite negro. 


Por suerte había unas hamburguesas y resto de la comida del mediodía que salvó a los hermanos de irse a la cama sin cenar. Pero lo había vuelto a hacer, se había vuelto a ir al ordenador con la comida en el fuego, y el resultado era el mismo de siempre. Tuvo que admitirlo ante Juan.

-Joder, Fran, una vez que tu madre nos ha dejado hacernos los calamares.
-Sólo puedo decir que lo siento.
-Y encima para irte a opinar de MasterChef. ¿Qué crees que diría el jurado allí si uno hiciese esto?
-Bueno, allí no tienen ordenadores pero...
-¿Estás diciendo que hay que hacer como con los críos y quitarte el puto juguetito?
-Yo prometo no volver a hacerlo.
-Pues a ver si esta vez es la buena, que van unas cuantas. Y encima con el MasterChef. Si al menos te hubieses ido a ver el porno como Dios manda...

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