tengounamontañadejerciciosparacorregirpero
antes
tengoquefregarporquehayallíunapiladecacharros
desdeayer...
-hablaba sin parar Doña Marta Palacios.
-Mamá, te tenemos dicho
que te quedes con el pie en alto que hacemos las cosas nosotros
-dijo Fran.
-No hay manera de
tenerla quieta ni a punto de pistola.
Doña Marta Palacios se
había hecho una pequeña torcedura de rodilla que según los
traumatólogos necesitaba reposo y dotes de antiinflamatorio. No era
nada serio, pero no había forma de que la matriarca de los Gordal
Palacios estuviese quieta en una silla.
-Ayhijossinoesporestoesporotracosaperonuncamedejáishacernadamesientomrginadaynosoissólo
vosotrosenelinstitutotambiénmedicenquemeestétaquenohaganadapuesvoyacorregirmisexámenes
ynopodréis...
-Bueno, pues corrige si
quieres que al menos estarás sentada y con la radio -dijo Fran.
-Y ponte hielo en la
rodilla -añadió Juan.
Entonces sonó el
teléfono. Doña Marta gritó:
-Ahoravoyacogerloqueserámihermanaqueseguroquetambiénvaadcirmequeestéquietamiraquesois
pesadostodosconlomismo...
-Será por algo, mamá,
ya lo cojo yo. ¿Diga? -dijo nuestro héroe?
-Hola, Fran. ¿Qué tal
está la enferma? Ya sabéis que tenéis que hacer un zafarrancho
para que no se mueva -dijo la tía Maria Cristina, que efectivamente
era quién llamaba.
-Pues hemos conseguido
sentarla para corregir, pero...
-Peroyoestatardepiensoiramizarzuelaymisexposicionesquemelasheganadoquellevabatodalasemana
conilusiónyvoyaunquesecaigaelmundoporque...
-¡Joder, menos mal que
por lo menos ha caído en fin de semana -dijo nuestro protagonista.
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