miércoles, 20 de septiembre de 2017

Tratamiento constante.

-Ayhijoquéaliviocreíaquesemequedabaasílaespaldaperoyanomepicamuchasgraciaspordarmetúla
pomadaporqueyoallínollegabadeverdadquenosabsloquemolestabaycómomehabríasalidosoallíse
notaquelosmédicossaben...

Tres días llevaba Doña Marta Palacios desde que se le había curado el sarpullido de la espalda asombrada de su rapidez y facilidad de curación. Nuestro protagonista, que había ayudado, mejor dicho, había sido la mano ejecutora del tratamiento siempre respondía lo mismo:


-Pues claro, mamá. Si uno sigue lo que le dicen los profesionales, en este caso el dermatólogo, uno se cura antes.
-Puesyollevoañosconlasgrietasenlospiesypormásquememiraelpodólogonosemecierranysiempre
meprescribelomismoperosolofuncionaunosdíasyesoraloquemedabamiedocnlaespalda...
-Claro, porque eso no te l controlo yo que tengo que dártelo y te lo aplicas unos días y luego lo dejas. Si hubiésemos dejado la pomada de la espalda en cuanto dejó de picarte, ya verías cómo hubiese resurgido.
-Sitúlodiceshoymismoempiezoatratarmelasgrietasyestarétodoeltiempquemedijoelpodólogohastaque
semepasenporqueesmuymolestotúnosabeslasuertequetienes...
-Me parece bien, pero si dejas de dártelo a los tres días se te reabrirá.

Doña Marta mantuvo el tratamiento algo más de lo que Fran había supuesto, en torno a una semana, pero después abandonó. Las grietas se reprodujeron:

-Mamá, si el podólogo te dijo tres semanas, deberían ser tres semanas.
-Ayhijoperoesquecuestamuchoserconstanteestoesunrolloyencuantoaunodejademolestarleseolvidadel
tratamiento...
-Pues entonces ye acabarán llegando a las rodillas. Mira cómo y siempre he sido constnte con mis tratamientos.

Al poco de decir esto nuestro protagonista se volvió y encontró un paquete de pastas que la tí Maria Cristina había traído. Cogió una con confianza, se la llevó a la boca, y cuando luego vio un bote de Nocilla no resistió la tentación y se la untó en pan. Juan gordal le echó una bronca:

-Pero mira que eres canalla y gordo. ¿Y la dieta qué?

Fran, que sólo entonces recordó que se había puesto a régimen y no podía interrumpirlo sintió que se le caía la cara de vergünza. Había perdio toda legitimidad para echar broncas a Doña Marta. Acertó a decir casi tartamuedando:

-Lo...siento. Es verdad...Vaa ser... verdad que cuesta seguir... ¡Bueno, Juan, a partir de ahora vigilas tú que mamá y yo cumplamos.
-Ni que fuerais críos. Aprended a controlaros un poco. Mira cómo yo he dejado de …
También Juan se interrumpió al decir que habí.a dejado de fumar recordando el cigarrillo de la noche anterior.

-Está visto -sentenció nuestro protagonista-, que es más fácil vigilar los tratamientos de otro que seguirlos uno.

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