miércoles, 29 de noviembre de 2017

¿Cómo se ayuda a esa gente?

-Venga, socio, que no es para droga -dijo aquel yonqui a nuestro héroe.

¡Como si pudiera ser par otra cosa!, pensaba nuestro protagonista. Aquel ser extremadamente delgado, con una barba mal afeitada, un chándal con más de un roto y varias pústulas de diversa extensión era con ese aspecto más elocuente que cualquier cosa que pudiera decir o cualquier carta de presentación que mostrase. Y por si eso fuera poco, su confesión al pretender excusarse. Y su hilillo de voz habían despejado todas las dudas. Desde luego, nuestro protagonista no estaba dispuesto a pagarle el chute de aquella noche. Mientras se alejaba vio a una señora de cierta edad soltarle un par de monedas. Fran se sintió por un momento indignado, viendo cómo el vicio de un yonqui se llevaba dos monedas de una mujer que sin parecer una mendiga, tampoco parecía estar muy boyante. Frn pensaba en que solo unas horas antes en aquella misma plza el sí le había dado dinero a un hombre desfigurado y con mala cara que sí tenía aspecto de necesitarlo realmente. Toda la tarde se hubiera quedado de mal humor rumiando contra los yonquis, si no hubiese pasado a su lado un coche con una canción de Ray Charles a todo volumen. Porque poco antes había oído hablar de lo mal que lo pasó el cantante por una adicción al caballo y que era un genio antes y después de superarla. Y eso le recordó que los yonquis después de todo eran dignos de lástima. Porque no dejaban de ser seres humanos que habían caído en algo muy malo. Desde luego no había que darles dinero para su destrucción ni tolerar que algunos cometieran delitos movidos por el “mono”. Pero el mismo aspecto que los delataba a los ojos demostraba lo mal que lo estaban pasando. Y muchos de ellos, seguro que tenían momentos de lucidez en que lo pasaban muy mal pensando en cómo habán llegado a aquello y lamentándose. Fran había oído muchas veces en la tele que diner n se les debe dar, porque llega un momento que no pueden dominar el mono y lo gastarán en drga. Y estaba d acuerdo. Pero seguía pensando que necesitaban ayuda. ¿Alguien sabía qué se podía hacer al respecto? pensó nuestro hombre durante el retorno a su casa, mientras tarareaba la pegadiza "Hit the Road, Jack" de Ray Charles.


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