miércoles, 29 de noviembre de 2017

Las alcachofas de reserva.

-Mira, Fran -dijo Juan a nuestro protagonista-. ¿Qué es esto?

Como muchos productos de aquella tienda, aquella lata necesitaba un vistazo antes de comprender cuál era la naturaleza de su contenida. Era una tienda de productos de alimentación pero exóticos, de todo el mundo: había desde simples variedades de legumbres desconocidas en el país de nuestros protagonistas, hasta pescados congelados de las latitudes más insólitas. La lata que había cogido Juan era una simple conserva. Fran leyó las letras en inglés y luego tradujo:

-Son flores de plátano en conserva y vienen de Tailandia.
-¿Las flores? Qué curioso.
-Parecen alcachofas, tal como vine en la foto.
-Píllalas, a ver qué tal saben.

Nuestro protagonista estaba siempre abierto a probar nuevas comidas y las recogió. Al mediodía siguiente las probó. Se confirmó todo sobre lo de la similitud con las alcachofas: misma textura, mismo sabor... pero extrañamente a nuestro protagonista le desagradaba aquel sabor mucho más que le de unas alcachofas.

-Joder, yo para esto me quedo con lo nuestro.
-Los tailandeses deben ponerlas en los estofados y otros guisos -dijo Juan.

Nuestro héroe se quedó con el sabor a alcachofa en la boca, pero aquel le era sumamente desagradable. Y cuando por la noche, por acabar la lata, su hermano la puso en un estofado, Fran no fue capaz de tomarlo.

-Sí, esto lo pondrán los tailandeses porque no tienen alcachofas.
-Pues nosotros que la tenemos buenas no vamos a coger de las malas -dijo nuestro protagonista.
-Bueno, son exactamente iguales.
-La verdad es que sí -Fran n sabía por qué le desagradaban si el parecido era increíble en el gusto-, pero son las suplentes.
-Bueno, el fútbol te afecta. Ahora vas a crear el Alcachofas fútbol Club.
-Y tengo los titulares más claros que el Cholo.

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