miércoles, 5 de diciembre de 2018

El trayecto en autobús más largo de mi vida.

Fran acompañaba a Doña Marta Palacios en aquel autobús. Aún quedaban unas cuantas manzanas y cruces para llegar a su destino. En el autobús, nuestro protagonista mostraba en su teléfono imágenes de las noticias del día y hablaba animadamente con su madre. Pero de pronto empezó a sentirse mal:

-Mamá, creo que me he mareado mirando tanto el móvil en el autobús, voy a bajarme a tomar el aire, luego nos vemos.
-¿Estás bien, hijo? Es verdad que se te ve muy pálido.
-No, mamá ya te hedicho que me bajo -repitió nuestro protagonista, sintiendo que su estómago se revolvía.

El autobús estaba lleno. Levantarse y situarse con la cabeza ida fue todo un desafío. Nuestro héroe miró por la ventana y la parada parecía lejos. Se aguantó agarándose a una barra del autobús. Mientras se estabilizaba de una sacudida que pegó el autobús, miró por la ventana y la parada parecía lejos. Nuestro héroe hizo esfuerzos por aguantar las arcadas que sentía, pensando en lo horrible que sería en un autobús lleno no poder evitar el vómito. Y la parada parecía lejos. Por fin el autobús paró, pero era un semáforo. Nuestro héroe sentía otra vez las arcadas y la parada parecía lejos. Más gente se arremolinó sobre él endirección a la puerta, pero la parada parecía lejos. Nuestro protagonista empezaba ya a sentir la vergüenza de convergtirse en un surtidor humano allí, cuando por fin el autobús llegó a la parada.Se bajó, y tomó el aire un par de minutos. Pensó en cómo llegar al edificio donde iba con Doña Marta, y al sacar el móvir para conectar el Google Maps y al mismo tiempo recordaba que seguramente era por mirarlo demasiado en un medio de transporte por lo que se había mareado. Al mirar el reloj vio que sólo habían pasado dos minutos desde que se bajara del autobús y que empezara a sentirse mucho mejor. En realidad, aunque se le hubiera hecho tremendamente largo, el trayecto en autobús debía haber durado poco más tiempo que el que llevaba respirando fuera, aunque se le hizo tremendamente largo. Parecía mentira cómo en dos minutos se pudiera experimentar tal angustia y vergüenza anticipando una catástrofe que al final no llegó a producirse. Se puso en camino y ser reunió con Doña Marta.

-¿Ya estás bien, hijo? Qué pronto. Estaba sufriendo por ver si me encontrarías.
-No, mamá, yo sabía que era un mareo de estos de carretera, que en cuanto saliera un rato me pondría bien. Pero te aseguro que el tiempo que ha tardado el autobús en parar se me ha hecho interminable.
-Y a mí el esperaerte.
-Pues mira, prefiero mil veces tu espera, que dicen que los buenos cristianos pasan la vida esperando, que el temer la vomitera en un círculo de gente. Para mí este trayecto ha sido más largo que las nueve horas que tardamos desde Noja. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario