-Mamá, creo que me he mareado mirando
tanto el móvil en el autobús, voy a bajarme a tomar el aire, luego
nos vemos.
-¿Estás bien, hijo? Es verdad que
se te ve muy pálido.
-No, mamá ya te hedicho que me bajo
-repitió nuestro protagonista, sintiendo que su estómago se
revolvía.
El autobús estaba lleno. Levantarse y
situarse con la cabeza ida fue todo un desafío. Nuestro héroe miró
por la ventana y la parada parecía lejos. Se aguantó agarándose a
una barra del autobús. Mientras se estabilizaba de una sacudida que
pegó el autobús, miró por la ventana y la parada parecía lejos.
Nuestro héroe hizo esfuerzos por aguantar las arcadas que sentía,
pensando en lo horrible que sería en un autobús lleno no poder
evitar el vómito. Y la parada parecía lejos. Por fin el autobús
paró, pero era un semáforo. Nuestro héroe sentía otra vez las
arcadas y la parada parecía lejos. Más gente se arremolinó sobre
él endirección a la puerta, pero la parada parecía lejos. Nuestro
protagonista empezaba ya a sentir la vergüenza de convergtirse en un
surtidor humano allí, cuando por fin el autobús llegó a la
parada.Se bajó, y tomó el aire un par de minutos. Pensó en cómo
llegar al edificio donde iba con Doña Marta, y al sacar el móvir
para conectar el Google Maps y al mismo tiempo recordaba que
seguramente era por mirarlo demasiado en un medio de transporte por
lo que se había mareado. Al mirar el reloj vio que sólo habían
pasado dos minutos desde que se bajara del autobús y que empezara a
sentirse mucho mejor. En realidad, aunque se le hubiera hecho
tremendamente largo, el trayecto en autobús debía haber durado poco
más tiempo que el que llevaba respirando fuera, aunque se le hizo
tremendamente largo. Parecía mentira cómo en dos minutos se pudiera
experimentar tal angustia y vergüenza anticipando una catástrofe
que al final no llegó a producirse. Se puso en camino y ser reunió
con Doña Marta.
-¿Ya estás bien, hijo? Qué pronto.
Estaba sufriendo por ver si me encontrarías.
-No, mamá, yo sabía que era un mareo
de estos de carretera, que en cuanto saliera un rato me pondría
bien. Pero te aseguro que el tiempo que ha tardado el autobús en
parar se me ha hecho interminable.
-Y a mí el esperaerte.
-Pues mira, prefiero mil veces tu
espera, que dicen que los buenos cristianos pasan la vida esperando,
que el temer la vomitera en un círculo de gente. Para mí este trayecto ha sido más largo que las nueve horas que tardamos desde Noja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario