-Espérate, mamá, voy a atarme la bota -dijo nuestro
protagonista a Doña Marta Palacios. Se agachó y procedió a la
operación. Perono estaba preparado para lo que le respondió su
progenitora.
-Andasipuedesagacharte
paraatartelabotaquéraro
entoncesloquemedecía
mihermanaeramentira
noestás
tangordoquenollegues
aatarteloszapatospues
mealegrasaberloporque
latíaMariaCristinaafirmabaque
estabasapuntodeestallar
porquenollegabas...
-¡¡¿Cómo?!! -preguntó sorprendidísimo nuestro personaje.
-EllaaseguraqueenelRetiroteviointentaratarteunabotayquenopodíasporqueestabasgordísimoyno
podíasniagachartequeteviosudandoporconseguirloyquetecostódiezminutosdeintentosyquenohabía
maneradequelohicieras...
Nuestro personajecomenzó a hacer memoria, a ver si recordaba
aquella visita al Retiro. Al cabo de cinco minutos la inspiración
vino a su mente. En efecto hacía algunos meses había acudido con su
tía a ver una exposición en el Palacio de Cristal. En la escalera
de caracol que llevaba a los lavabos del mismo, intentó atarse una
bota, y la disposición de la escalera y un pantalón con una costura
mala le habían impedido hacerlo. Pero incluso aquel día se había
atado bien el zapato al salir de aquella escalera y había seguido su
camino con normalidad. Sin embargo, bien conocía nuestro
protagonista las conclusiones de un solo día de su tía Maria
cristina. Había llegado a ideas tales como que a Juan Gordal le
encantaba el jazz, que Carolina adoraba leer en alemán, o que
la propia Doña Marta Palacios no leía nunca libros de la
biblioteca. Nuestro protagonista intentó explicárselo.
-Puessíhijoahoraquelodicesamímeharecriminadoavecesquenoleacuandotengolabibliotecaalladopero
comomeviocomprartreslibrosdeunavezhadecididoqueesquenuncamiroallíysiempreestáinsistiendo
paraquemehagaelcarnetyyalotengo...
-Yo no sé cómo explicarle que de un sólo día no se pueden
sacar conclusiones
-Buenohijoperoelcasoesquesípuedesatartenomedejesconladudaqueyoestabaasustadapensandoenque
ibaadartealgonosabescuántomehaaliviadoveresoporqueparamíloquedigamihermanaesleyaunquela
conozcoysé...
-Pues todavíade vez en cuando llama a Juan para festivales de
jazz.
Doña Marta y Juan llegaron a casa y le contaron al hermano
mayor de nuestro héroe lo ocurrido, a lo que él respondió entre
risas:
-Pues átate un día la bota y que lo vea.
-Juan, conoces a la tía, una vez que llega a una de esas
conclusiones no hay manera de quitársela de la cabeza.
-Puesyopcreoquesíhijodeberíasexpliccárseloamímihermanamehacecasoesunapersonaquenos
quiereyseguroquesellevaunaalegríalocomprenderáyademássepondrácontentaporqueaellalepreocupa
mucholanutrición...
-¿Diga?
-Soy yo, Florito -dijo la tía Maria cristina, que era
quien llamaba-. Dile a tu madre que esta tqarde voy a llevarla cinco
libros para que no gaste más
-Pero tía...
-Nada, está decidido, voy allí sobre las cinco.
-¿Quién era? -preguntó juan mientras nuestro héroe colgaba.
-La que decide por nosotros -dijo
nuestro Fran con resignación.
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