miércoles, 23 de octubre de 2019

Un tormento antiguo.


Aquel día nuestro protagonista no entendía cómo era posible que aparentemente sus zapatos hubieran encogido de aquella manera. Pocas veces había tenido un zapato que le mordiera, pero de golpe vio lo molesto que era. Justo además un día en que tenía que moverse por varios puntos de la ciudad. Había acudido a una entrevista de trabajo, a ver a la tía Maria Cristina, a comprar unos cómics... Al principio del día había cogido sus mejores zapatos, que le molestaron un poco en el momento, pero Fran creyó que a lo largo del día se le pasaría. Sin embargo, por la tarde, incluso debió sentarse en un banco un minuto.




-Joder, se te ve pálido y sudoroso. ¿Cómo no te has dado cuenta? -le preguntó Juan Gordal.
-Yo no entiendo esto, estos zapatos me han servido un huevo de años sin ningún problema.
-Pues ahí lo tienes, varios años. Ya no dan más.
-En todo caso estoy entendiendo las torturas antiguas que consistían en machacarte los pies de alguna forma.
-Y los chinos lo hacían para reducirles el pie a las mujeres. Les parecía hermoso.
-Yo soy más de medievo occidental y se inventaron varios enseres para torturar con los pies. Como zapatos con pinchos de metal.
-Tú al menos no llevan pinchos.
-Bueno, vamos a seguir.




Nuestro héroe se puso en marcha, estaba molesto, pero pensar en acercarse a casa y quitarse aquellos zapatos le daba ánimos. Pensaba en que debía deshacerse de ellos tras aquel día, en que compraría otros, en que cada paso estaba más cerca...Y por fin llegó. Se quedó un rato sentado observando los tebeos que había comprado y reposando sus pies en alto. Luego se puso las zapatillas de casa, y aquel día la diferencia era tremenda.




-La verdad es que yo iría siempre a todas partes con zapatillas. Soy más de comodidad que de elegancia.
-Bueno, tendrás que coger unos zapatos que siendo elegantes no te hagan daño -dijo Juan.
-Ayhijospuesyollevoconestaszapatillasañosynuncahetenidoningúnproblemaperoaversivoyyaala
tiendaporquemeestoyquedandosinellasytampocoquieroirdescalzaperoiréamitiendameprobarévarios
túsabrássivienesonoyoyanopuedoanadarconesto... -dijo Doña Marta Palacios.
-¡Qué burradas haces siempre, mamá!

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