lunes, 21 de octubre de 2019

La corredora.



-Mira, Juan -dijo nuestro protagonista-. Es aquella chica que vimos gordita empezando a correr. Ha seguido y ahora está bastante en forma.
-¡No me jodas que es la misma! Ni la había reconocido.




Tiempo hacía que los dos hermanos en una de sus salidas por la ciudad habían visto a aquella que entonces llamaban "gordita" resoplando extenuada en una esquina, con los michelines marcándose sobre una ropa deportiva ajustadísima entonces.




-Pues lo dijimos entonces, que dependía de que perseverara o no que llegara a ponerse en forma -dijo Juan después de pasar por su lado y cerciorarse de que, en efecto, era ella.
-Si la conociera le haría hasta un regalo por su fuerza de voluntad
-Pues deberíamos tomar ejemplo, que cada vez vemos a más gente ponerse en forma. Esta chica sigue siendo feucha, pero ya nunca más la llamarán gordita.
-Hay que aplicarse lo que dijimos y hemos visto, no empezar sino seguir.
-Sí, lograremos cosas extraordinarias.
-Al menos estaremos...




Aquí la conversación de los dos hermanos se interrumpió al volver a pasar la chica de la que hablaban que ya volvía de su carrera. Y a buen ritmo.




-Fíjate, ahora se hace dos manzanas en el tiempo en que tú y yo comentábamos.
-Pues habrá que admitir que sí, que con fuerza de voluntad uno logra todo lo que se proponga. No hay excusas.
-Eso lo decimos siempre. A ver si empezamos a quitarnos las lorzas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario