⸺A ver, repite que no te he entendido un carajo ⸺dijo Juan Gordal a nuestro protagonista.
Últimamente casi siempre ocurría eso.
Nuestro personaje tenía la percepción
çde que la costumbre de
andar siempre enmascarado le había
hecho adquirir el reflejo de mantener encierta posición su mandíbula inferior para no desplazar la mascarilla. Eso unido al hecho de
llevar de por sí la boca tapada había desembocado en que cuando hablaba no se le entendía bien.
⸺No es que no se te entienda, es que ni vocalizas ⸺le explicaba Juan.⸺Sí, pero yo veo que la gente también se comunica con más dificultades entre sí desde la pandemia.Aunque lo que le decía su hermano era algo que ya preocupaba de antes a Fran, que le llamaran laatención de aquella manera le mantuvo el resto de aquel día pendiente de los esfuerzos que hacíapara mantenerse la mascarilla en su sitio, que seguía llevando, de esa sensación como de agujetas ensu mandíbula. Y cómo a pesar de todo, aquella mascarilla, que ya tenía algunos meses de uso secaía y le dejaba la cara descubierta de modos muy extraños. Comprobó lo que llevaba en losbolsillos y viendo que tenía algo de dinero tomó una decisión. Entró en uno de los numerososcomercios que ahora anunciaban aquellos enseres y compró un nuevo cubrebocas.
⸺Son 5 ulo ⸺dijo el dependiente, aparentemente un recién llegado de algún país de Asia.Fran se sacó del bolsillo un billete de diez euros y lo entregó. El vendedor le dio su cambio yFran comprobó que le había dado dos monedas de más. Se las devolvió.
⸺Gracias, yo no entiende bien ni cuenta ⸺dijo el asiático riendo. ⸺Que no nos entiendan últimamente es muy común ⸺respondió nuestro protagonista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario