Fran observaba a aquellos instagramers que bailaban reggaetton o lo que fuera en mitad de la calle.
Iban vestidos comom en los videos de eso que se ha dado en llamar pop latino, con una gorra del
revés, camisetas de colores chillones, pantalones anchos y unas zapatillas que daban la nota desde
tres calles más adelante. Lo asombroso es que nuestro protagonista sabía que pese al look callejero
y popular que intentaban transmitir, cada una de esas prendas no bajaba de los 80 euros.
Probablemente más. Y estaban bailando en la calle, suponía nuestro protagonista que para colgar
sus videos en Instagram ( ¿O Tiktok?). No sabía Fran cuánta gente los seguiría en las redes sociales, pero allí
en la calle sólo parecían atraer la atnción de dos chicas. Nuestro protagonista sintió las ganas
de preguntar algo. Pasado un momento se acercó a uno de los dos reggaetoneros y le preguntó:
―Perdona, me han llamado la atención tus zapatillas. ¿Dónde las pillaste? ―En el Corte Ingles, papi ―le dijo el bailarín. ―¿Y cuanto costaban? ―Estas 150 euros, hermano. Pero las hay mucho más caras. ―Muchas gracias. Toma un euro... ―No, mi rey, no pedimos aquí. Apúntate si quieres devolver.Con todo esto Fran se fue a casa asombrado. Él acababa de comprarse dos pares de zapatillas,de liquidación, eso sí, por 40 euros. Casi cuatro veces más se habían gastado esos mendigos delsiglo XXI solo en zapatillas. ¿Llegarían a monetizar sus cuentas en redes? Desde luego suinversión había sido fuerte, lo que hacía pensar a nuestro protagonista que en realidad aquellos
dos pasacalles 2.0 no tenían problemas de dinero, sino que aspiraban, como muchos jóvenes de
aquel tiempo, a convertirse en superestrellas de las redes sociales. Con todo ello, nuestro
personaje recordó una historieta de Carpanta donde este personaje observando a un mendigo se
preguntaba : «¿Y dará dinero eso de la mendicidad?» Con los nuevos medios de aquel siglo,
parecía que eso podía ocurrir.
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