jueves, 20 de noviembre de 2014

El buen escabeche de Doña Marta.

 -Joder, mamá. La verdad es que tienen 
una pinta extraordinaria -dijo Juan de
 aquellas caballas escabechadas.
 -La verdad es que yo no traigo mucha 
caballa, pero hoy tenía tan buena pinta que 
no me he 
resistido.

 Fran y Juan Gordal llevaban varios días 
bajo la “amenaza” de un escabeche de 
Doña Marta, una comida de la que 
no eran especialmente amantes.  Nuestro 
protagonista solía decir que 
antes, cuando los alimentos se estropeaban, 
se usaba el escabeche para conservarlos, pero ahora, 
que el pescado y la carne llegan fresco no había 
motivo. Madre y hermano esperaban su llegada, y cuando 
ésta se produjo se lo comunicaron: 

 -¡No jodáis! -dijo-. Os he explicado muchas veces que...

 Aquí nuestro protagonista calló a la vista de la olla llena.

 -La verdad es que está como nunca.
 -¡Cómo será para convencer a Fran, mamá! -añadió Juan.
 -Venga, sentaos a la mesa.

Los filetes de aquella caballa se deshicieron y 
adquirieron muy rápido el gusto del vinagre y el 
escabeche.

 -Y encima, ni necesita limón -dijo nuestro 
héroe.
 -Míralos -añadió Doña Marta-, los que no les 
gustaba el escabeche.
 -Como este sí, mamá.
 -Pues es el mismo de siempre, solo que el 
pescado era muy bueno.
 -Y enorme -dijo fran-, me lo imagino cuando 
estuviese crudo y terso y alucino.
 -Para que no volváis a condenar mis plato.

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