viernes, 3 de julio de 2015

Problemas veraniegos.

 ¡Qué bien lo había pasado nuestro héroe la noche 
anterior! Aquella salida con cervezas, con chicas con 
sus amigos, viendo los fichajes del verano, hablando
 de boxeo y de cine veraniego había sido una de las 
mejores noches para él en los últimos meses. Ahora 
pensaba arreglarse, dar una vuelta con la bici pero... 
¡Eran las doce! Y los encargos que le había 
encomendado Doña marta Palacios y su entrevista 
de trabajo...
 Todo se había ido al garete respecto de sus planes.
 ¿Cómo era posible, pensó? Bueno, no se había
 tomadola molestia de modificar la alarma de su
 móvil que volvió a sonar a las ocho. Pero habiendo salido la noche anterior, pensó qe por levantarse a 
las diez no ocurriría nada, se rehízo un poco de su salida nocturna... Pero las diez pasaron de largo. 
Ahora era tarde para la entrevista y tendría que darse mucha prisa para cumplir con su madre. Se 
arregló, hizo la lista de la compra... Pero en el supermercado no habíaleche en aquel momento. 
Preguntó por ella a un reponedor:

 -Bueno, se ha accidentado una de nuestras furgonetas y hoy hemos tenido un problema de
 desabastecimiento.

 Ahora tendría que explicarle a Doña Marta que no había leche por su culpa. El resto de la compra la
 encontró sin problemas. Pero cuando acabó de colocarla eran as dos, tendría que ocuparse de la 
comida. Logró sacar unas haburguesas bastante decentes.

 -¡Qué bien has cumplido con todo, hijo! -dijo Doña Marta-. Y de la entrevista ya te llamarán, ¿no?

 Fran se sintió un miserable ocultándole aquello a su madre, y pensando una vez más que en verano es 
muy fácil que se te vaya la mañana. Habría que reajustar el despertador y obrar en consecuencia de las
 nuevas condiciones. Pero aquella tarde, además sintió que tenía el deber de conseguir la leche que 
había faltado por la mañana, Doña Marta tenía derecho a un desayuno al día siguiente. No fue un 
problema pero De nuevo ésta le felicitó por su eficacia. Y de nuevo se sentía un miserable. Y valía la
 pena tomar la lección para no repetir aquella lacra típicamente veraniega.
 

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