miércoles, 15 de julio de 2015

Juan te consigue el cielo.

 -¡Joder, Juan! -gritó nuestro héroe-. ¿Has vuelto a coger mis zapatillas?
 -Pues sí, no encuentro las mías.
 -¿Por qué no te compras unas?
 -Bueno, tú eres como Imelda Marcos, pero yo no tengo tanto dinero para mis pies.
 -¿Tanto dinero dices? ¡Cuesta un par dos euros en los chinos!
 -Claro, ¿y cuántas te has comprado en los últimos meses?
 -¡Coño, pero es que tú me las quitas, que por cierto, no sé que haces con ellas, porque no paras de 
romperlas!
 -Bueno, pues píllate unas para tí, si son tan baratas.
 -Claro que lo haré. Que tienes una jeta...

 Fran compró otra vez las zapatillasy pasó una semana. Un día no las encontraba al llegar a casa.

 -Juan, no me digas que las has cogido. ¡Pues esta vez no estoy dispuesto! ¡Gástate dos euros cabrón!
 -Sí, ya vez, en menos de una semana has vuelto a comprar.

 Fran agarró muy fuerte un cojín para reprimir los impiulsos de lo que su cuerpo le pedía hacer con su 
hermano.

 -¡Y no hagas gestos forzados! Suelta ese cojin.
 -Macho, al final te estaré agradecido, porque si hay un cielo después de aguantarte no sé quién me lo 
puede arrebatar. 
 

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