jueves, 22 de octubre de 2015

¡Oh, no! ¡Otra vez!

Volviendo de la piscina por la mañana, nuestro héroe no podía creerlo: allí estaban otra vez un montón de obreros con sus taladradoras levantando la calle. En esta ocasión eran de Gas Natural, pero aunque no sabía exactamente cuando habían venido no podía hacer más de tres meses que habían pasado el Ayuntamiento con el alcantarillado, el Canal de Isabel II con el suministro de agua... No pasaban más de quince días sin que viniese algún grupo de obras a levantar la calle. Bueno, por lo menos hoy es uno de los días que me levanto pronto, pensó. No me va a despertar el ruido de una taladradora. Pero cuando nuestro protagonista pretendió poner al día su trabajo y leerse manuales y escribir informes, tampoco podía concentrarse. Bajemos a hacer la compra, dijo. Pero al intentarlo resultaba que no podía pasar con con el carro por la zanja, y tuvo que dar un rodeo muy molesto solo para traer el pan y unas pocas vituallas para preparar la comida. Al volver vio a dos vecinas hablando del asunto:

-Bueno, dicen que en cinco días lo tendrán.

Y en dos lo volverán a levantar, pensó nuestro héroe. La verdad es que no sabía a quién podría dirigirle su queja, pues eran un montón de compañías y organismos los responsables, pero desde luego no era de recibo tener casi todo el tiempo un agujero en la calle y un ruido molesto para vivir por las mañanas. Y parecía por lo que había hablado que en otras calles madrileñas ocurría lo mismo. Había que plantarse.

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