-Fran,
¿qué haces con el calentador? -gritó Juan desde la ducha.
-Yo
ni toco el calentador.
-Pues
me sale el agua helada y no hay manera de calentarla. ¿Estaba así
esta mañana?
-Ni
idea, yo siempre me ducho con agua fría.
-Bueno,
pues yo no soy una foca del polo. Ve a ver que pasa.
Tras
un examen sumario al calentador, Fran sólo sacó una cosa en claro:
no se encendía. Obviamente, él no iba a desmontarlo para ver qué
fallaba.
-Lo
siento, Juan, te tendrás que duchar así.
-¡Cómo
que me duche así! Hazlo tú, hijo de puta.
-Lo
hago todas las mañanas, de hecho, el calentador sólo lo usáis mamá
y tú, y yo creo que es un gasto que perfectamente podríamos
ahorrar.
-Que
te estés poniendo gordo como una puta foca no quiere decir que te
comportes como tal. Y menos que nos obligues a los demás.
-¿Que
yo te obligo? No te duches si no quieres.
Cuando
llegó Doña Marta Palacios, los dos hermanos la informaron del
problema con el calentador.
-Sí,
ya lo sé, tendrán que venir a arreglarlo. Pero tú, Fran, me
asombras. ¿Dices que no te duchas con agua caliente para ahorrar gas
y dinero?
-Es
mejor para el medio ambiente y más barato.
-Fran,
en eso no ahorres. Eso es un uso legítimo de los recursos.
-¡Y
además nos jode a todos los demás con sus manías! -añadió Juan.
-Juan,
yo no he tenido nada que ver con la avería del calentador.
-El
caso es que no puedes ducharte con agua fría.
-Joder,
a ver si el único que no usa el calentador es el que lo ha roto.
-Pero
ni te has dado cuenta de que estaba roto.
-¡Poque
no lo uso, pero no os he obligado, ni tengo que ver con su avería!
-Míralo,
solo le falta para ser una foca que se le hunda la picha. Igual por
eso lo hace, para que con el agua fría le encoja. Casi haríamos más
entrenándole y dándole un balón -dijo Juan.
-Esta
bronca podría ser un chiste de verano si no hubiese llegado ya el
invierno.
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