-¡Cuidadonotemuevasquetelollevastodoymevas
atiraralabasuraunpendientequetengoperdidodesde
ayerynohaymaneradeencontrarloaversiahoramelo
barres...-dijo
Doña Marta Palacios a nuestro protagonista cuando pasaba la escoba.
-Joder,
mamá, no se puede hacer nada. Hasta barrer es malo para tí.
-Nohijonoeselbarrerperollevovariashoras
buscandoesependienteynohaymanerade
encontrarloysimelobarresyanoaparecerá...
-¿Pero
por otro lado, no te había ncontrado el otro día mientras hacía
mis ejercicios el pendiente?
-Peroesqueahorasehaperdidootrodeotroparanolotendrásclavadoentuszapatillasqueavecesapareceahí
yyoyanosédóndemirar...
-¿No
es más probable que esté en un joyero o neceser?
-Hijoloshemiradotodosnohaymaneradeencontrarlonosédóndemiraryaynomeayudáisennadasoloos
ponéisalimpiarsinmirar...
Doña
Marta observó el contenidoo del recogedor con el que nuestro
protagonista barrí y no vio el pendiente. Comenzó a llorar.
-Mamá,
siempre igual, luego aparece todo lo que pierdes.
-Nohijoestaveznoyesospendienteseranunregalodetupadrenosepuedensustituirmesientounainútilpor
haberlosperdidoy...
En
ese momento, Juan Gordal apareció por la puerta:
-Oye
¿qué es esto que ha aparecido en mi estantería?
-AymipendienteDiostelopagueytelopremiemelodebídejarallícuandobusquéuntebeoentucuarto...
-¿Ves
cómo todo aparece, mamá?
-Síhijotienesrazzónmevoyaoírlaradioy...
¡Dóndeestámiradio!Nomeimportatantoperolahabíadejado
aquíyahoranoaparece...
-Para
mí que se empieza a desorientar con la edad -dijo Fran.
-Bueno,
ahora la encontrará y perderá otra cosa.
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