Aquel
otoño, Diez ya tenía una edad respetable para un perro, 11 años y
medio, y cada vez costaba más sacarlo de casa. Ya no llegaba al
Retiro, y la familia Gordal Palacios debió buscarle otro
emplazamiento más cercano para sus paseos. Lo encontraron en un
parque al que hbían dado lugar unos viejos cuarteles militares
abandonados.
-Joder,
ahora no hay manera de salir lejos, nos va a dar un jamacuco -dijo
Juan Gordal.
-La
verdad, solo salimos dos manzanas más lejos de casa, no hay quien lo
aguante -admitió nuestro héroe
-Y
por el Retiro ibas viendo gente, naturaleza...
-Aquí
no hay nada... ¡Pero aun así se esconde, el muy cabrón! ¡Diez!
-llamó nuestro hombre-. ¡Diez! ¡Diez!
-Ha
desaparecido, a ver donde se ha metido.
-¿Cómo
es posible? Aquí solo hay dos parterres, unos barracones...
-Pero
es enano y negro.
La
agitación de unos setos al fondo del parque les mostró a los
hermanos dónde se habí metido su perro y al ir a buscarlo, Fran
observó algo: Un araña blanca de considerable tamaño había
tendido una enorme tela entre esos setos y un árbol cercano.
-Mira,
Juan. Es muy bonita.
-Joder,
Fran, te quedas embobado con cualquier gilipollez.
-Y
aquí hay unas hormigas sacando sus pulgones a paseo. Son los únicos
animales granjeros ap`rte de los humanos.
-Lo
que quieres o intentas decirme es que aquí también hay cosas que
ver.
-Pues
sí, entodas partes si uno sabe donde mirar.
-¡Anda
vámonos a casa, a ver si en la tele tenemos algo mejor.
-Hombre,
solo te digo que intentes disfrutar con lo que hay.
-Pues
eso haré, con lo que hay en la tele. ¡Y no me compares esto con el
Retiro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario