-Ya he terminado aquel
que me recomendaste, La caja de las orquídeas -dijo
nuestro héroe a Juan Gordal.
-¿Sigues
empeñado en leerte todos los libros que tenemos en casa?
-Pues
sí, casi todo el mundo tiene su casa llena de libros que no ha
leído, me parece un desperdicio, muchos tienen su piso lleno de
joyas de la literatura y ni lo saben.
-Pero
es un esfuerzo muy grande leérselos todos. Porque no todos serán de
los que a ti te gusten, porque algunos son de materias de las que no
tienes ni idea...
-Bueno,
yo tengo carnet de bibliotecas, pero todo lo que tengo aquí me
parece que es una cosa importante que no debería dejar pasar.
-A
ver, a mí tu propósito me parece muy loable, pero no creo que lo
consigas.
-
Joder, yo disfruto leyendo.
-Pero
piensa. ¿Cuántos te has leído estas dos semanas?
-Tres.
-Justo
los que compraste en la Cuesta de Moyano cuando fuimos porque te
parecían ofertas irrechazables.
-Pero
no siempre voy allí, y no creo que encuentre siempre Los
cuentos de los Mares del Sur de
Jack London o Las Minas del Rey Salomón.
-Desengáñate,
la razón principal de que la gente no se lea los libros de su casa
es que acaban llegando más de los que pueden leer.
-Podría
ser, pero buyeno ayúdame a recoger esto que viene esta tarde la tía
Maria Cristina.
Los
dos hermanos recogieron la casa y se prepararon a recibir a su tía
en su vista semanal. La visita no estuvo mal, hablaron de sus
trabajos, sus novelas y ésta les trajo una caja de empanadillas yuna
botella de slmorejo, como solía. Pero también otro regalo:
-Bueno,
he encontrado unas ediciones muy buenas de Pio Baroja y Jardiel
Poncela. Os dejo aquí estos tres libros, que ya veréis cómo os
gustan
-¿Tres
más? -dijo Fran.
-¿Qué
pasa? ¿No eras tú el que disfrutaba leyendo? Pues para ti -dijo
Juan.
Y
nuestro protagonista tuvo que asumir como cierta su teoría.
¿Compraría todo l mundo lectura con tanta asiduidad?
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