lunes, 22 de mayo de 2017

Los que se quedan del Calderón

-La verdad es que cuesta asumir que ya no volveremos aquí -dijo nuestro protagonista en aquel paseo cerca del Calderón con su hermano.
-Y esto no será lo mismo sin el campo.

Parecía una tontería, pero aunque se supiera que había un campo mejor, más moderno y teóricamente con capacidad para generar muchísimos ingresos para el club, dejar el escenario de tantas tardes de alegría era triste.

-Mamá dice que le gusta la curva que hay encima de la M-30 -explicó Fran-, y que eso le parece una maravilla de la ingeniería. Paradójicamente es una de las razones del cierre y el traslado, buscar una forma de incrementar su capacidad.
-Eso todavía, pero lo que no es de recibo es que el chino ese ponga el nombre de su compañía al nuevo estadio.
-¡Con lo bien que hubiese quedado llamarlo sólo el Nuevo Metropolitano! -dijo Fran observando por última vez la casa de su equipo durante años.
-Dudo que llegues a querer igual un campo con nombre de marca comercial.
-En fin, hay que arrostrar lo nuevo. No deja de ser fútbol
-No nos da de comer.

Y al oirles esta manida frase, un hombre detrás de los dos hermanos intervino:

-¡Como le envidio que pueda decir eso! Mire, yo tnía uno de los bares que rodeaban el campo. Nos traía muchísima gente. ¿Qué será ahora de nuestro negocio?

Los dos hermanos se asombraron al ver a este hombre preocupado por su familia. Ese señor sí que tendría motivos para echar el campo de menos.

-Bueno, al menos iremos allí y le pediremos la última cerveza.
-Gracias al menos sacaremos lo que podamos estos días.


Te echaremos, de Menos, hogar. Dobletes, títulos, tardes de gloria y algún disgusto también. Que el jugador más aguerrido y corajudo que jamás pisó un terreno de juego, que jugó aquí para nosotro, que entrenó aquí para nosotros y que en ambos casos ganó cosas importantes guíee nuestros pasos en el nuevo campo.

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