-La verdad es que cuesta
asumir que ya no volveremos aquí -dijo nuestro protagonista en aquel
paseo cerca del Calderón con su hermano.
-Y esto no será lo
mismo sin el campo.
Parecía una tontería,
pero aunque se supiera que había un campo mejor, más moderno y
teóricamente con capacidad para generar muchísimos ingresos para el
club, dejar el escenario de tantas tardes de alegría era triste.
-Mamá dice que le gusta
la curva que hay encima de la M-30 -explicó Fran-, y que eso le
parece una maravilla de la ingeniería. Paradójicamente es una de
las razones del cierre y el traslado, buscar una forma de incrementar
su capacidad.
-Eso todavía, pero lo
que no es de recibo es que el chino ese ponga el nombre de su
compañía al nuevo estadio.
-¡Con lo bien que
hubiese quedado llamarlo sólo el Nuevo Metropolitano! -dijo Fran
observando por última vez la casa de su equipo durante años.
-Dudo que llegues a
querer igual un campo con nombre de marca comercial.
-En fin, hay que
arrostrar lo nuevo. No deja de ser fútbol
-No nos da de comer.
Y al oirles esta manida
frase, un hombre detrás de los dos hermanos intervino:
-¡Como le envidio que
pueda decir eso! Mire, yo tnía uno de los bares que rodeaban el
campo. Nos traía muchísima gente. ¿Qué será ahora de nuestro
negocio?
Los dos hermanos se
asombraron al ver a este hombre preocupado por su familia. Ese señor
sí que tendría motivos para echar el campo de menos.
-Bueno, al menos iremos
allí y le pediremos la última cerveza.
-Gracias al menos
sacaremos lo que podamos estos días.
Te echaremos, de Menos, hogar. Dobletes, títulos, tardes de gloria y algún disgusto también. Que el jugador más aguerrido y corajudo que jamás pisó un terreno de juego, que jugó aquí para nosotro, que entrenó aquí para nosotros y que en ambos casos ganó cosas importantes guíee nuestros pasos en el nuevo campo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario