sábado, 21 de abril de 2018

Esto, por limpiar.

  Aquel día nuestro héroe se levantó decidido a hacer la limpieza a fondo que llevaba varios días pensando. Al principio, como siempre en esos casos, estaba resuelto y con ganas de realizar la tarea pensando en lo bien que se sentiría en unos diez minutos con la tarea terminada. Pero una vez se puso a ello y comenzaron a correr los minutos, y parecía no avanzar comenzó a ponerse nervioso. Por ejemplo, al ordenar los cajones descubría cómo se acumulaba en ellos el polvo, o cómo debajo de la ropa que veía bien ordenada y doblada aparecía otra con la que no contaba. Daba lo mismo, pensaba, antes o después había que ponerse a la tarea, se decía a sí mismo, y mirando lo que ya había ordenado se animaba. Por ejemplo los libros que empleaba en sus estudios y trabajos que ahora estaban perfectamente ordenados en las estanterías. Y así, pensando una y otra vez en los premios morales que daba la limpieza, de pronto en un cajón... No sabía cómo había aparecido ahí, pero había un antiguo libro de cuentos de España, que parecía extraviado de la colección que en tiempos fuera de Don Luis Gordal. Como medievalista que era, nuestro héroe apreció inmediatamente el hallazgo y deseó ponerse a leerlo. Pero aún había que acabar el trabajo de limpieza. Y pensar en lo que luego le daría aquel libro le animó a acabar su tarea. Y así, en un plazo más largo, pero también más llevadero de lo que pensó en un principio, la limpieza estaba acabada. Y tenía una joya con la que ni contaba en sus manos para leer.

-Pues al final -pensaba para sí nuestro protagonista-, va a ser necesario hacer una limpieza cada día para ver si encontramos tesoros de este calibre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario