-Buenos días -dijo
nuestro protagonista
-Ayholahijoaquítieneselrepolloconchorizode
primeroquetuhermanolohapreparadode
maravillaestábuenísimoyesunprimerplatomuy
adecuedoantesdelacarneyomelohecomidoconmuchogustoperohecuidadodequetellegaseatiparacuando
llegaras...
-respondió Doña Marta Palacios
Nuestro protagonista
observó aquel primer plato, una de sus comidas más odiadas e hizo
de tripas corazón. Después de todo, Juan lo había preparado con la
m ejor intención, pero no dejó de expresar su opinión:
-Yo no sé cómo os
gusta esta mierda. De verdad, llegar de ocho horas de trabajo y que a
uno le sirvan esta asquerosidad es para cabrearse.
-Venga, Fran -dijo
Juan-. Es una forma muy buena de tomar verdura y de primero está muy
bien.
-Buenohijoyonoséporquénotegustanestascosascomoelpotajetienesunasmaníasmuyrarasconlobueno
queestabayyoqueríamásytododeverdadquemehaparecidounaideamuybuenaporpartedetuhermanoy
estabadeseandoquellegasesparadártelo...
Nuestro protagonista
hizo un esfuerzo supremo y se acabó aquello. La carne asada
seguramente sería un buen alivio de la sensación tan desagradable
que le había dejado el repollo. Pero cuando Juan se lo trajo no pudo
contener su disgusto: Él, Juan, el maníaco de que las salsas de
carne debían reducir el tiempo necesario y de que no debía quedar
nunca blanca, le sacó una carne completamente tiesa en una salsa
completamente líquida y blanquecina. Nuestro héroe no pudo evitar
acordarse de las broncas que su hermano le había echado en otras
ocasiones por servirle carne como aquella:
-Bueno, Juan, ¿qué ha
pasado? ¿no funcionaba ningún utensilio de cocina?
-Auhijoquecosastienescomolodelpotajequeestábuenísimoytehadadoporquetúnolotomasahoraresultaquetampocolacarne...
-Mamá, parece mentira
que no recuerdes las broncas que te ha echado el cocinillas con
carnes preparadas de este modo.
-Tú también te estás
volviendo muy señorito ¿eh? A ver cuándo en esta casa se ha comido
mejor que hoy.
-Pues seguramente cunado
tú en vez de guisar observabas y abroncabas.
-¡Nunca nadie ha preparado esta carne como yo! Ni se me quema, ni se me queda tiesa...
-Y entonces ¿por qué has cambiado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario