martes, 24 de abril de 2018

Juan reniega de su cocina.

Llegaba nuestro protagonista de su trabajo pensando en la carne asada y el puré de patatas que seguramente había preparado Juan Gordal. Desde hacía un tiempo, el hermano de nuestro héroe era el que estaba por las mañanas en casa y encargado de preparar la comida. Juan había desarrollado desde que estaba en esa tesitura un interés en la cocina que admiraba a nuestro protagonista, aprendiendo sobre ingredientes y técnicas de preparación. Así, que nuestro protagonista esperaba lo mejor. Pero al abrir la puerta se encontró con una sorpresa:

-Buenos días -dijo nuestro protagonista
-Ayholahijoaquítieneselrepolloconchorizode
primeroquetuhermanolohapreparadode
maravillaestábuenísimoyesunprimerplatomuy
adecuedoantesdelacarneyomelohecomidoconmuchogustoperohecuidadodequetellegaseatiparacuando
llegaras... -respondió Doña Marta Palacios

Nuestro protagonista observó aquel primer plato, una de sus comidas más odiadas e hizo de tripas corazón. Después de todo, Juan lo había preparado con la m ejor intención, pero no dejó de expresar su opinión:

-Yo no sé cómo os gusta esta mierda. De verdad, llegar de ocho horas de trabajo y que a uno le sirvan esta asquerosidad es para cabrearse.
-Venga, Fran -dijo Juan-. Es una forma muy buena de tomar verdura y de primero está muy bien.
-Buenohijoyonoséporquénotegustanestascosascomoelpotajetienesunasmaníasmuyrarasconlobueno
queestabayyoqueríamásytododeverdadquemehaparecidounaideamuybuenaporpartedetuhermanoy
estabadeseandoquellegasesparadártelo...

Nuestro protagonista hizo un esfuerzo supremo y se acabó aquello. La carne asada seguramente sería un buen alivio de la sensación tan desagradable que le había dejado el repollo. Pero cuando Juan se lo trajo no pudo contener su disgusto: Él, Juan, el maníaco de que las salsas de carne debían reducir el tiempo necesario y de que no debía quedar nunca blanca, le sacó una carne completamente tiesa en una salsa completamente líquida y blanquecina. Nuestro héroe no pudo evitar acordarse de las broncas que su hermano le había echado en otras ocasiones por servirle carne como aquella:

-Bueno, Juan, ¿qué ha pasado? ¿no funcionaba ningún utensilio de cocina?
-Auhijoquecosastienescomolodelpotajequeestábuenísimoytehadadoporquetúnolotomasahoraresultaquetampocolacarne...
-Mamá, parece mentira que no recuerdes las broncas que te ha echado el cocinillas con carnes preparadas de este modo.
-Tú también te estás volviendo muy señorito ¿eh? A ver cuándo en esta casa se ha comido mejor que hoy.
-Pues seguramente cunado tú en vez de guisar observabas y abroncabas.
-¡Nunca nadie ha preparado esta carne como yo! Ni se me quema, ni se me queda tiesa...
-Y entonces ¿por qué has cambiado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario