martes, 25 de septiembre de 2018

¿Han de ser fachas por definición?

Juan y Fran observaban en la pantalla de aquel pub irlandés las escenas de acción de Chuck Norris en Desaparecido en Combate. Es quizás ésta una de las películas que mejor recogen la esencia del Chuck Norris "actor". Su cara de palo y el mensaje imperiaslista quedaban habilmente sepultados con las escenas de acción que jalonaban el film. Los dos hermanos discutían si eso era suficiente para que fuera una película pasable, nunca una obra maestra, obviamente.

-Por muy repugnante que me parezca la ideología que ha defendido toda su vida, la verdad es que sí le reconozco que es de los pocos que han sido consecuentes con lo que predica. Fue militar, artista marcial, y trabajó en una compañía aeronáutica -dijo nuestro protagonista-. Y también canta, que era el que cantaba en la introducción de Walker, Texas Ranger.


-Sí, pero es una voz muy plana, como actor no vale una mierda, y no sé yo si como artista marcial es mejor ser campeón de algo o poner escuelas y forrarse.
-Siempre le tendremos que agradecer que papá se lo pasaba muy bien con su serie -dijo nuestro protagonista-. Yo diría que es lo que sale si intentas hacer un Clint Eastswood y te quedas a medias: un tipo duro que toca muchos palos y hace películas de serie B. Aunque yo lo firmaría para un crío al que quisiera.
-Cuidado, Fran, que pisas terreno peligroso. Clint Eastwood es un genio. Nadie puede igualarlo, todo lo que ha hecho lo ha hecho bien. Y ha sido hasta alcalde de su pueblo.
-Exactamente, es lo que digo. Clint Eastwood es una cima en ese sentido. Si tomas ese camino y te quedas a medias, te sale un Chuck Norris.
-Bueno, no sé, quedarse en un Chuck Norris está bien, pero es que la mitad de Clint Eastwood ya es mucho y no sé si Chuck Norris da para tanto.
-Bueno, los que fracasan en ese sentido hacen alguna peliculilla de extra, ponen un gimnasio y cierran, y acaban llenos de deudas.
-Ni mucho menos, a lo sumo acabas siendo un Charles Bronson. Eso sí que no lo querría en absoluto -dijo Juan.

Entonces Fran se puso a pensar. Claro, de los que fracasan en el camino de convertirse en heroe de acción polifacético no le venia ninguno a la cabeza. Pero sí cuando en otro rincón del Pub vio un cartel que anunciaba combates de boxeo.

-Juan -dijo nuestro protagonista-, ¿qué opinas del pobre Poli Díaz?

Juan se sorpendió. Lo analizó y su hermano tenía razón. Poli era un héroe del pueblo a principios de los 90, quiso hacer sus pinitos en el cine, y llegó a protagonizar varias campañas publicitarias. Ahora el ídolo de Vallecas estaba lleno de deudas y consumido por las drogas. Como seguramente, muchos que han intentado hacerse grandes por el camino de Eastwood y Norris. Y muchos más de los que no se sabrá. Juan tuvo que reconocerlo, y con amargura soltó otra apostilla:

-Joder, y el que se te ocurre tiene que ser español y encarnar el orgullo de una familia de barrio obrero.
-¿Será verdad que sólo pueden llegar a iconos de tipos duros de cine los de valores conservadores?


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