miércoles, 16 de enero de 2019

El oráculo matriarcal de los abrigos.

Las primeras semanas del año, entre las rebajas, alguna ropa de Reyes y el estado de las ropas que se tenían de antes, solían ser semanas que se dedicaban a cambios y compras. En esas andaba nuestro protagonista probándose un abrigo con ayuda de Juan Gordal:

-Me está un poco ceñido. ¿No necesitaríamos uno más grande? -preguntó.
-Desde luego más grande sí, pero ya viste lo que me pasó a mi, hasta que auqellas dos señoras me aconsejaron no supe entre dos tallas.

Fran devolvió aquel abrigo de tela a su sitio y se probó un anorak. Prefería un abrigo impermeable a uno de tela, ya que su problema era principalmente que los días de lluvia su abrigo era malo para resguardarse.

-No me hace tipo Michelín ¿verdad? -dijo nuestro protagonista.
-Pues... -comenzo a decir Juan Gordal y se quedó pensativo sin acabar la frase.
-Joder, Juan, cuando tú te pillaste el tuyo, bien o mal, yo te ayudé.
-Si no tengo ni puñetera idea de esto.

Mientras los dos hermanos discutían una señora de unos 60 años pasó por su lado y habló a los hermanos:

-Mirad, hijos, yo creo que necesitarías otro modelo y una talla mayor . ¿Qué número es esa, hijo?
-El 56 -dijo nuestro protagonista.
-Pues mirad, aquí hay un 58 y no está tan acolchado. Pruébatelo, hijo.

Fran se lo probó y se vio en el espejo de la tienda abrigado, pero a la vez más estilizado, más alto, y con mejor postura.

-Es tu talla seguro, hijo -dijo la señora y se despidió.

Los dos hermanos se encaminaron con su adquisición a la caja:

-Joder con las señoras mayores -dijo Juan-. Habrá que traer una si se va a probar un abrigo
-Desde luego, parecen infalibles. 


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