-Juan, en realidad, los ingredientes
básicos son todos los mismos lo que cambia son los condimentos y
preparaciones.
-Bueno, no sé qué decirte, porque
aquí están empezando a llegar muchas cosas que nadie conocía. De
momento son verduras y legumbres, arroz de otras clases pero con
tantos sudamericanos aquí pronto llegarán los cobayas. O cuys, como
dicen en el Perú.
-Lo más exótico que yo creo que me
han dado es chapulines nuestras amigas las mexicanas. Y no es lo
habitual. En general sirven nachos, carne de pollo o cerdo, etc.
-Bueno, con Alvarito y Cárol también
hemos tomado carnes tan exóticas como ñu, canguro, avestruz, etc.
-Y fíjate que eran casi iguales que
las carnes normales. Yo por lo menos no diferencio el ñu de la
ternera normal. Ni el alce, e incluso eso nos lo sirvieron en un
sitio muy especial, no un restaurante típico de ningún sitio.
-Yo te digo que a ellos no les
sorprende nada nuestro comu a nosotros lo suyo.
Curiosamente al decir esto ambos
hermanos pasaban ante un establecimiento conocido en su ciudad por
sus embutidos y salazones, con miles de jamones colgando del techo. Y
casualmente un niño mexicano (a tenor de su acento) habló entonces
ante el establecimiento:
-Papá ¿vieron cuántas carnes
colgadas?
Fran rompió a reír y dijo a su
hermano:
-Ya ves, carnes las llama. Es cerdo,
en salazón y colgado pero cerdo. Y le ha llamado la atención.
-Pues cuando lo pruebe va a flipar
-dijo Juan.
-Desde luego, en sabor como nuestro
jamòn no hay ningún plato exótico o no.
-Y sí, parece que nuestra cocina
también es exótica en el resto del mundo.
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