miércoles, 13 de febrero de 2019

Pregunta en tu pueblo.

-Pues mira que se han dejado pasta, y este sitio está vacío -dijo Juan de aquel recóndito garito.
-Y escondido y todo. Y dicho sea de paso, no dan ganas de volver con esta musiquilla y el olor a desinfectante.
- Estaba preparado para ser un karaoke, yno hay nada más triste que un Karaoke vacío.

Como a tantos bares desconocidos, los dos hermanos habían llegado porque una vendedora de tickets los había encontrado en una calle cercana más concurrida, y ellos, siempre abiertos a conocer sitios nuevos, la habían seguido de buen grado. Ya saben, ella ofreció un lugar alegre, con música, con gente... La realidad fue un cuartillo más que local, con una pantalla de Karaoke sin nadie cantando, y varias shishas átrabes de las que nadie fumaba. Estaba regentado por tres hispanoamericanos con muy mal aspecto. Ahora está vacío pero después se llena, les habían dicho al entrar. Pero los dos hermanos ya habían resuelto dejar el local en cuanto se acabaran la cerveza. Entonces Fran pidió la cuenta a la chica de la barra.

-12 euros -respondió ella.
-¡¿Cómo?! -preguntaron casi al mismo tiempo los dos hermanos.
-Seis el tercio.

Fran se echó la mano al bolsillo, no quedaba otra, pero desde luego no había dado aquel lugar motivos para volver y encima cobraban esa cantidad.

-Joder, no os ofendáis, pero entendemos por qué el local está vacío -dijo Juan
-¿Qué pasó? -preguntó el más alto de los dueños del bar como sorprendido-. Lo tenemos todo en su sitio preparado y bien.
-Oye, no te molestes -dijo Fran en auxilio de su hermano-, pero el sitio está vacío, y seis euros un tercio es demasiado.
-No es verdad, pregunta en tu pueblo. Y soy empresario y ¿cómo crees que si no puedo mantener todo este Karaoke, luces, etc?
-Mira, cualquier garito de esta zona tiene más gente y cobra los tercios a cuatro como mucho -dijo Fran.
-Eso no me lo creo, será en tu pueblo.
Juan iba a enzarzarse, pero Fran ya le sacó del sitio.

-¡Me ha mandado a mi pueblo untío claramente foráneo en mi propia ciudad! -decía Juan.
-Pasa de él. Vamos a otro sitio.

Los dos hermanos entraron en otro local, más por ganas de quitarse el cabreo que de tomar otra, y en efecto, el tercio estaba ahí a cuatro euros.

-Me dan ganas de llevarle el ticket -dijo Fran.
-No, allí no volvemos y punto. Pero nos chuleaba el tío de empresario y lo tenía vacío. Mira el Karaoke de verdad de más abajo, con gente, con tercios baratos...
-Ya, no lo sé. Igual es que busca la quiebra deliberada. En fin, es su negocio.

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