sábado, 20 de abril de 2019

A ver si Nôtre Dame nos ilumina.

Nuestro héroe contemplaba, ahora en la tele, en pantalla grande, lo que a través de internet y su móvil había visto aquella tarde: Nôtre Dame, la mítica catedral de París, un icono mundial del arte gótico que tanto le gustaba, el monumento más vistado de Francia, una de las joyas de la cultura europea y mundial, estaba en llamas. Nuestro protagonista casi lloraba al verlo, al ver más de 800 años de historia sufriendo tan duro golpe.

-Es una de esas cosas inimaginables has ta que pasan -decía Fran al día siguiente del siniestro.
-Bueno, pero parece que se han salvado las cosas más importantes de la Catedral, y se va a reconstruir -le respondía Juan

Aquello aliviaba un poco a nuestro protagonista, pero en la destrucción de Nôtre Dame había otra variable a considerar: era también un símbolo religioso. Y eso hizo que algún memo poco menos que saltara de alegría viendo su destrucción. Nuestro protagonista lo oía en las calles y las redes sociales aquellos días, coincidiendo además con la semana de fiestas por la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Aquel año oyó los imporperios más desatinados no solo contra las manifestaciones de fe, como las procesiones, también contra Nôtre Dame. Afortunadamente, los que rajaban de la catedral eran pocos y en seguida tenían réplica, pero parecía que la tontuna antirreligiosa iba a más, y de un comprensible hartazgo de cine religioso propio de estas fechas, o mal humor temporal por el paso de alguna procesión, ya había quein quería que toda la cultura europea de los últimos dos milenios ardiera.

Nuestro héroe contemplaba, ahora en la tele, en pantalla grande, lo que a través de internet y su móvil había visto aquella tarde: Nôtre Dame, la mítica catedral de París, un icono mundial del arte gótico que tanto le gustaba, el monumento más vistado de Francia, una de las joyas de la cultura europea y mundial, estaba en llamas. Nuestro protagonista casi lloraba al verlo, al ver más de 800 años de historia sufriendo tan duro golpe.

-Es una de esas cosas inimaginables has ta que pasan -decía Fran al día siguiente del siniestro.
-Bueno, pero parece que se han salvado las cosas más importantes de la Catedral, y se va a reconstruir -le respondía Juan

Aquello aliviaba un poco a nuestro protagonista, pero en la destrucción de Nôtre Dame había otra variable a considerar: era también un símbolo religioso. Y eso hizo que algún memo poco menos que saltara de alegría viendo su destrucción. Nuestro protagonista lo oía en las calles y las redes sociales aquellos días, coincidiendo además con la semana de fiestas por la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Aquel año oyó los imporperios más desatinados no solo contra las manifestaciones de fe, como las procesiones, también contra Nôtre Dame. Afortunadamente, los que rajaban de la catedral eran pocos y en seguida tenían réplica, pero parecía que la tontuna antirreligiosa iba a más, y de un comprensible hartazgo de cine religioso propio de estas fechas, o mal humor temporal por el paso de alguna procesión, ya había quein quería que toda la cultura europea de los últimos dos milenios ardiera.

-Bueno, hijo pues alégrate, que parece que las familias ricas francesas ya en 24 horas han dado el dinero que costará reconstruirla -dijo Doña Marta.
-Joder, pues eso es mucho peor. Al final resulta que el incendio de Nôtre Dame sirve para que unos blanqueen pasta y otros desaten su imbecilidad.

Y en efecto se corrió una voz entre muchos franceses y mucha gente de Twitter, comentando que, si tan fácilmente se reunía ese dinero para Nôtre Dame, ¿cómo era posible que no se diera para acabr con el hambre en el mundo? Y al final nuestro protagonista ya se perdía entre sus dilemas y preocupaciones, ya que consideraba que en pleno siglo XXI no era de recibo depender de obras de caridad ni para alimentar a la población de la tierra ni para cuidar los monumentos y la cultura. ¿Serviría al menos el incendio de Nôtre Dame para iluminar a la sociedad de aquel mundo y aquel momento?
-Bueno, hijo pues alégrate, que parece que las familias ricas francesas ya en 24 horas han dado el dinero que costará reconstruirla -dijo Doña Marta.
-Joder, pues eso es mucho peor. Al final resulta que el incendio de Nôtre Dame sirve para que unos blanqueen pasta y otros desaten su imbecilidad.

Y en efecto se corrió una voz entre muchos franceses y mucha gente de Twitter, comentando que, si tan fácilmente se reunía ese dinero para Nôtre Dame, ¿cómo era posible que no se diera para acabr con el hambre en el mundo? Y al final nuestro protagonista ya se perdía entre sus dilemas y preocupaciones, ya que consideraba que en pleno siglo XXI no era de recibo depender de obras de caridad ni para alimentar a la población de la tierra ni para cuidar los monumentos y la cultura. ¿Serviría al menos el incendio de Nôtre Dame para iluminar a la sociedad de aquel mundo y aquel momento?

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