-Yaveodóndeponenartesacro
músicasacradóndepasan
lasprocesiones...Vayadías
queme
esperanysupongoquevosotrosno
querréisveniraverlosmonumentos
nilasprocesionesninadavosotrososiréisavertebeosysimilaresporahí...
-Joder, mamá. A ver si
el cura no te da hostias dopadas que te pones frenética. A mí me
gustaría más llevarte a algún sitio donde hubiera una Semana Santa
de campanillas...
-AyhijoyaestásconesosiyomelopasomuybienenMadridqueademásnoslodejanahorasóloparanosotros
parecequequierassercomotuhermanaqueayersefueconAlvaritoenlafurgonetaahoraparecequesólo
puedaunodisfrutarfueradelaciudad...
Y es que aunque lo
cierto era que nuestro héroe más o menos lo pasaba bien en esos
días, cuando veía las ciudades vacías, a la gente echarse a las
carreteras, y los festejos de ciertas localidades, le entraban unas
ganas enormes de conocerlas. Todos se iban, la gente religiosa a
recibir el respaldo espiritual que les daba su devoción, otros más
mundanos a disfrutar la playa... Nuestro protagonista, menos
religioso que su madre, intentanba sin embargo aprovechar la
vertiente cultural de estas fiestas y aprender de tradiciones, o
disfrutar del cine que había en cartelera esos días. Además de las
consabidas películas de romanos que las diferentes cadenas
televisivas emitían esos días.
-Lo cierto es que puede
gustarte o no ese cine, pero hay que conocerlo -le decía Juan
Gordal.
-Sí, pero Ben-Hur
y Los Diez Mandamientos ya me las sé de memoria- Intentaré
ver algunas de esas de Victor Mature y similares.
-Hay que ver, tienes
salidas de cinéfilo hasta para eso.
-Bueno, hasta que llegue
el año en que pueda irme a Sevilla, Zamora, o Teruel, sé bien cómo
disfrutar aquí. Feliz Semana Santa a todo el mundo.
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