domingo, 5 de mayo de 2019

Alambradas en el campo.

-Bueno, Fran , pues nos hemos dado hoy un buen paseo -dijo Juan Gordal.
-Y hemos visto más campo del que habíamos visto en años..

Aquel día, que los dos hermanos habñian comenzado realizando un tyrámite burocrático en uno de los municipios cercanos a la ciudad, los había acercado a un recodo de naturaleza. Habían paseado por caminos, cerros, a lo largo de un río... Habían encontrado mucha gente haceindo senderismo, bicicleta de montaña, footing y muchas otras actividades.

-Sin embargo animales casi no hemos visto, yo creía que en el río iba a haber peces y ranas -decía Fran.
-Hemos visto caballos y perros, no nos hemos alejado tanto de la civilización, había animales domésticos.
-Sí, y chabolas y construcciones, pero aun así hemos disfrutado mucho de la naturaleza.
-O de lo que había de ella.
-Muy degradada tampoco estaba, Juan.
-La cuidan... -comenzó a decir Juan, y de pronto se calló viendo aquello-. ¡Joder! ¿Y eso?

Delante de los hermanos, en mitad del campo y de la nada había una valla con alambres de espino que no cerraba absolutamente nada. No delimitaba ningina finca, ni contorno, ni había nada que protegiera, y era tan sencillo esquivarla como roderla.

-Fran, ¿no has oído nunca lo de poner puertas al campo?
-Lo extraño es que el alambre se ve que es relativamente nuevo, no está viejo y oxidado. Es decir que es de hace poco, y no se sabe para qué.
-Esto solo estña para joder el paisaje y que alguien se corte.
-Ni te acerques, afortunadamente tenemos mucho campo.
-Pero ya son ganas de molestar.

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